Ángeles y demonios
Según Santo Tomás, los ángeles son sustancias espirituales creadas por Dios y, en cuanto a su naturaleza, no pudieron ser creados con inclinación al mal. Todos fueron creados en gracia. Pero, en cuanto que son criaturas, tenían posibilidad de “pecar”. Algunos se opusieron inmediatamente tras su creación a su bienaventuranza, y por ello fueron privados de ella.
Fue la soberbia, al pretender ser semejantes a Dios, su primer pecado. Y, tras éste, dice Santo Tomás, “apareció en el ángel prevaricador el mal de la envidia, porque se dolió del bien del hombre y también de la grandeza divina, en cuanto que Dios se sirve del hombre para su gloria en contra de la voluntad del demonio”.
Cristo designa al demonio como “príncipe de este mundo” (Jn. 12,31). Por la redención de Cristo, el poder del demonio sobre este mundo fue, en principio, conquistado. Pero sólo será en el juicio final cuando su dominio será totalmente destruido.
En cuanto a las formas de la actividad del demonio para hacer daño al hombre, se distingue entre la de orden moral (tentación) y las de orden físico (infestación, obsesión, posesión y magia diabólica). Aunque la tentación procede directamente de la malicia del demonio, sin embargo se debe a la permisión de Dios que sabe servirse del mal para ordenarlo al bien. El hombre que vence la tentación crece en virtud y mérito.
Oración
Te Suplico, Padre clementísimo, que la sagrada Comunión
sea perfecto sosiego de mi cuerpo y de mi espíritu,
firme defensa contra todos los enemigos visibles e invisibles,
perpetua unión contigo solo, mi verdadero Dios y Señor,
y sello feliz de mi dichosa muerte.
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