domingo, 3 de marzo de 2024

Cuaresma 2024 desde Scala Coeli con Santo Tomás de Aquino. Tercer Domingo de Cuaresma


 
El entendimiento frente a la ceguera mental
y el embotamiento de los sentidos


     Para Santo Tomás la visión sobrenatural no puede conseguirla el hombre si no es tornándose en discípulo que aprende de Dios, su doctor, a tenor de la expresión de San Juan: “Todo el que escucha al Padre y aprende su enseñanza, viene a mí” (Jn. 6,45). Sin embargo, el hombre no se hace partícipe de esa enseñanza de repente, sino de una manera progresiva. De ahí que la fe es necesaria en todo el que aprende, para así llegar a la perfección de la ciencia. En conclusión, para que el hombre esté en condiciones de llegar a la visión perfecta de la bienaventuranza, debe creer en Dios como el discípulo en el maestro que le enseña.

    Y el don del Espíritu Santo que permite una agudeza, una penetración en la captación de las verdades de la fe y de las implicaciones de la verdad de la fe, es el don del entendimiento, por lo que hablamos del intelecto elevado por la virtud de la fe.

    Pero, frente al entendimiento, aparecen la ceguera mental y el embotamiento de los sentidos.

    La primera es una privación de la visión intelectual. No hablamos aquí del intelecto natural, sino de esa visión elevada que da la luz de la virtud teologal, la fe. Ceguera significa no poder ver.

    Por su parte, se dice que tiene su inteligencia embotada el que no puede llegar al conocimiento de la verdad, sino después de habérsela expuesto muchas veces, y ni aún entonces penetra con perfección en la realidad de su naturaleza.

    Para aumentar el entendimiento y que no se nos produzca ni la ceguera ni el embotamiento, hemos que tener en todo momento presente que el principio de la fe está siempre en la gracia de Dios, para lo cual la oración es fundamental.


Oración


Oh Dios todopoderoso, que todo lo sabes.

Dígnate infundir

sobre las tinieblas de mi inteligencia

el resplandor de tu claridad,

apartando de mí la doble oscuridad en que he nacido:

el pecado y la ignorancia.

Multiplica en mí la gracia;

para que multiplicada la conserves

y conservada la premies.

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