Seguir y servir a Cristo
Santo Tomás recoge palabras de San Juan Crisóstomo: “Cara es esta vida para aquellos que están apegados a ella; pero si alguno elevase los ojos al cielo, considerando que allí es donde están todos los bienes, menospreciará pronto la vida presente. Porque cuanto más claro se viere lo mejor, se desprecia lo peor. Y esto es lo que Cristo quería infundirnos, cuando añade: "El que me sirve, sígame", esto es, imíteme. Dice esto de la muerte y de la imitación por medio de las obras, porque es preciso que el que sirve siga a aquel a quien sirve.
Y como dice San Agustín: “sirven a Jesús los que no buscan su gloria propia, sino la de Jesucristo. Esto es lo que quiere decir "sígame"; ande mis caminos, no los suyos, haciendo por Cristo no solamente aquellas obras de misericordia que pertenecen al cuerpo, sino hasta aquélla de sublime caridad, que es dar la vida por sus hermanos. ¿Pero cuál será el fruto de esto? ¿Cuál la recompensa? Hela aquí: "Y en donde yo estoy, allí también estará mi ministro". Ámese de balde a fin de que el precio de la obra con que se sirve sea estar con Él. Porque, ¿qué mayor honra puede recibir el hijo adoptado que la de estar allí en donde está el Unico?”
Mencionar también que Santo Tomás comenta que Jesús se presenta a los suyos como la semilla destinada a dar fruto: si Él no muriera, no se lograrían los efectos de la Redención. Que son: la remisión de los pecados (“Cristo murió una vez por nuestros pecados –siendo justo, padeció por la injusticia– para llevarnos a Dios” 1 Pe 3, 18); la conversión de los gentiles (“cuando yo sea levantado en alto sobre la tierra, atraeré a todos hacia mí”. Jn 12,32); y la apertura de las puertas del Cielo (“tenemos plena seguridad de que podemos entrar en el Santuario por la sangre de Jesús, siguiendo el camino nuevo y viviente que él nos abrió a través del velo del Templo, que es su carne” Hb.10, 19-20).
Oración
Concédeme, Dios misericordioso,
que desee yo con ardor lo que Tú apruebas,
que lo busque con prudencia, lo reconozca con verdad,
lo cumpla con perfección, en alabanza y gloria de tu nombre.
Pon orden en mi vida,
y concédeme conocer lo que quieres que haga;
concédeme cumplir debidamente
lo que sea útil para la salvación de mi alma.
Que me dirija a ti, Señor,
por un camino seguro, recto, agradable,
y apto para llevarme al término;
un camino que no se extravíe
entre las prosperidades y las adversidades,
de modo que te dé gracias en las cosas prósperas,
y en las adversas conserve la paciencia.
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