Padre e Hijo
Menciona Santo Tomás que la salvación humana consiste en gozar de Dios, con lo que el hombre se hace bienaventurado, y por eso fue necesario que Cristo, según la naturaleza humana, estuviese disfrutando perfectamente de Dios. El gozar de Dios se realiza según la voluntad, adhiriéndose a Dios perfectamente por el amor, y según el conocimiento, conociendo a Dios perfectamente.
Cristo posee ese conocimiento deiforme porque ve a Dios por esencia y a las demás cosas en él, igual que Dios, entendiéndose a sí mismo entiende todas las cosas. Luego es necesario afirmar que este conocimiento pertenece al alma de Cristo como corresponde al autor, pues dijimos que Cristo es autor de la salvación humana. Por este motivo, fue conveniente que Cristo tuviera desde el principio de su encarnación una visión plena de Dios.
De este modo, por la visión de Dios, Cristo en cuanto hombre, fue simultáneamente “viador” y “comprehensor”. Es decir, disfrutaba de la visión de Dios, que es propio del “comprehensor”, aunque su cuerpo permanecía sujeto a los padecimientos, que es propio del “viador”.
Luego fue necesario que el Verbo de Dios hecho carne fuera perfecto en gracia y en conocimiento de la verdad. Por eso se dice: “el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros. Y vimos gloria, gloria como de unigénito del Padre, lleno de gracia y verdad”.
Oración
Demos pues a tan gran sacramento
culto y adoración todos rendidos;
y ceda ya el antiguo documento
a los ritos de nuevo instituidos:
constante nuestra fe de suplemento
a defecto de luz de los sentidos.
Al Padre con el Hijo sea dado júbilo,
aplauso y gloria eternamente,
salud, virtud y honor interminado,
bendición y alabanza reverente;
y al Espíritu de ambos aspirado
sea gloria y loor no diferente.
Amén.
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