Cumplir la ley
Menciona Santo Tomás que es propio de la ley inducir a los súbditos a su propia virtud, es decir, hacer buenos a los destinatarios de la ley.
De este modo, la que ha venido en denominarse “ley eterna” ordena a las criaturas a su fin, de acuerdo a su naturaleza, siendo ésta, su naturaleza o esencia de las cosas creadas, establecida por Dios para que las cosas alcancen su fin de un modo determinado.
Por este motivo, la persona humana no puede alcanzar su plenitud o perfección si no es por el conocimiento y amor de Dios, es decir, por la consecución del fin de Dios, que la gloria de Dios.
En relación al texto del Evangelio de S. Mateo que hoy leemos, Santo Tomás señala que la ley nueva se compara con la antigua como lo perfecto a lo imperfecto, puesto que la ley nueva perfecciona a la antigua en cuanto suple lo que faltaba a la antigua.
Jesús perfeccionó los preceptos de la antigua ley con la obra y la doctrina; con la obra porque quiso –y así hizo- observar las cosas y normas que debían observarse; y con su doctrina perfeccionó los preceptos de la ley de tres maneras: primero, declarando el verdadero sentido de la ley; segundo, ordenando el modo de observar con mayor seguridad lo que había mandado la antigua ley; y tercero, añadiendo ciertos consejos de perfección. Un ejemplo de esto último lo tenemos en Mateo 19,21 en la respuesta al joven que dijo que había cumplido todos los preceptos de la ley antigua: “Aún te falta una cosa: si quieres ser perfecto, vende todo lo que tienes …”
Oración
Te Suplico, Padre clementísimo
que la sagrada Comunión no sea para mi alma
lazo ni ocasión de castigo,
sino intercesión saludable para el perdón;
sea armadura de mi fe,
escudo de mi buena voluntad,
muerte de todos mis vicios,
exterminio de todos mis carnales apetitos
y aumento de caridad, paciencia y verdadera humildad
y de todas las virtudes.
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