domingo, 11 de diciembre de 2022

Adviento 2022: Tercer Domingo

 

Viviendo en oración el Adviento desde Scala Coeli


Antífona

Estad siempre alegres en el Señor,

os lo repito, estad alegres.

El Señor está cerca.

 

Oración

Estás viendo, Señor, cómo tu pueblo espera con fe la fiesta del nacimiento de tu Hijo; concédenos llegar a la Navidad, fiesta de gozo y salvación, y poder celebrarla con alegría desbordante.


Reflexión


Adviento, cuatro semanas en las que se nos da la oportunidad de tomar conciencia de la necesidad que se nos ofrece de estar preparados para descubrir a Jesús que continuamente viene a nosotros. Y nos preguntemos, como lo hacían aquellos oyentes de Juan el Bautista: “¿Qué podemos hacer?”

El verdadero cristiano, prepara su interior eliminando las telarañas y limpia su casa, haciendo de su corazón un aposento digno y cómodo al amigo que continuamente está deseoso de venir y quedarse; un corazón que sabe amar, y se deja amar; un corazón generoso que sabe perdonar, un corazón solidario, limpio, justo, compasivo, un corazón que pone paz. Solo así celebraremos la venida del Señor, no sólo en Navidad, también cada día de nuestra vida.

Este Domingo 3º de Adviento, ha sido llamado domingo de la “alegría”, porque estamos ya a medio camino de experimentar, con motivo de la Navidad, que en todo momento Dios viene a nosotros y nos trae la salvación. ¿Pero es posible estar alegres con todo lo que estamos viviendo en estos momentos? Jesús también vivía los problemas sociales y religiosos  de su tiempo. ¿Y cuál era su alegría? Lo escuchamos en el evangelio de este Domingo, la alegría que nace al ver que los demás están alegres porque la vida se les ha hecho menos pesada, gracias a nuestra colaboración.

 ¿Hemos colaborado en la alegría de los demás?

En el evangelio de este Domingo, cuando Jesús da testimonio de Juan Bautista, al decir que es el más grande nacido de mujer, agrega: pero más grande aún es quien pertenece al Reino de los cielos. Pero, ¿Quiénes son los que pertenecen a ese Reino? Y también es el mismo evangelio  quien nos lo aclara. Son aquellos que reconocen su ceguera y se dejan restablecer para ver la luz del Señor; los que reconociendo su sordera, se dejan curar para oír, para escuchar las palabras del Señor; los inválidos que se dejan enderezar para seguir los caminos del Señor; los mudos, que se visten de valor para cantar las alabanzas del Señor. Todos pues, serán liberados de todas esas ataduras que los esclavizaban y tenían presos.

Cuando Juan Bautista envía a sus discípulos a preguntar a Jesús si es él el Mesías, la respuesta de Jesús, no fue un discurso ni religioso ni político, fue la respuesta de los hechos, no de las palabras. Porque Jesús ponía por delante los hechos. Y las palabras que seguían eran siempre coherentes con los hechos.

Nosotros, ¿podemos decir lo mismo? ¿Podríamos decir, como les dijo Jesús, que mirasen alrededor? ¿Verían enfermos ayudados, pobres socorridos, personas solas que son acompañadas, gestos de solidaridad, de fraternidad, de reconciliación? Solo si abrimos nuestros ojos y oídos a aquellos que nos necesitan,  tendremos la alegría compartida que Jesús vivió.

 Esto sí puede ser el Adviento y una buena manera de celebrar la Navidad: Dios con nosotros.


 P. Mariano del Prado, OP

 

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