Viviendo en oración el Adviento desde Scala Coeli
Antífona mayor de Adviento
Oh Renuevo del tronco de Jesé,
que te alzas como un signo para los pueblos;
ante quien los reyes enmudecen,
y cuyo auxilio imploran las naciones:
ven a librarnos, no tardes más.
Oración
Dios y Señor nuestro, que en el parto de la Virgen María has querido revelar al mundo entero el esplendor de tu gloria, asístenos con tu gracia, para que proclamemos con fe íntegra y celebremos con piedad sincera el misterio admirable de la Encarnación de tu Hijo.
Reflexión
Para nuestra hermana Isabel Górriz, Dominica de la Enseñanza, la primera palabra de parte de Dios a sus hijos e hijas, cuando el Salvador se acerca al mundo, es una invitación a la alegría. Es lo que escucha María: Alégrate. Y es lo que en este tiempo de Adviento queremos vivir, la alegría. Una alegría que nace desde dentro, desde nuestro ser de creyentes.
Sin embargo, la alegría no es fácil. A nadie se le puede forzar a que esté alegre; no se le puede imponer la alegría desde fuera. El verdadero gozo ha de nacer en lo más hondo de nosotros mismos. De lo contrario será risa exterior, carcajada vacía, euforia pasajera, pero la alegría quedará fuera, a la puerta de nuestro corazón.
La alegría es un regalo hermoso, pero también vulnerable. Un don que hemos de cuidar con humildad y generosidad en el fondo del alma.
La alegría de María es el gozo de una mujer creyente que se alegra en Dios salvador, el que levanta a los humillados y dispersa a los soberbios, el que colma de bienes a los hambrientos y despide a los ricos vacíos. La alegría verdadera solo es posible en el corazón del que anhela y busca justicia, libertad y fraternidad para todos. María se alegra en Dios, porque viene a consumar la esperanza de los abandonados.
Sólo se puede ser alegre en comunión con los que sufren y en solidaridad con los que lloran. Solo tiene derecho a la alegría quien lucha por hacerla posible entre los humillados. Solo puede ser feliz quien se esfuerza por hacer felices a los demás. Solo puede celebrar la Navidad quien busca sinceramente el nacimiento de un hombre nuevo entre nosotros.
María, mujer de la alegría nos habla de una iglesia diferente, de una iglesia donde cabemos todos, una iglesia de puertas abierta, una iglesia sinodal, que camina junta, en comunión… solo es posible vivir en una iglesia así, si experimentamos la alegría, esta alegría que nace desde dentro.
¡¡ VEN, SEÑOR JESÚS !!
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