De la resurrección de un niño ante las reliquias de Santo Domingo.
Un noble, con su mujer, movido por la devoción, acudió a visitar las reliquias del bienaventurado Domingo, que se conservaba en el convento de los frailes. Llevaban consigo un hijo, párvulo todavía. Enfermó allí y la muerte acabó con su vida. Su afligido padre lo llevó a la iglesia, y se colocó ante el altar de Santo Domingo. Con voz entrecortada por los gemidos, se lamentaba y decía: "Santo Domingo, alegre ha venido a tí y he aquí que me marcho desolado. He venido con un hijo, y me voy sin él. Devuélveme, te lo ruego, a mi hijo, devuélveme la alegría de mi corazón". De este modo continuó sollozando hasta la noche. Cerca ya de la medianoche, el niño revivió, tomó leche y caminó por la Iglesia. Después, sus padres, llenos de alegría, se lo llevaron completamente sano a casa.
Te pedimos, Señor, que la luz de tu Palabra ilumine nuestro caminar en este día,
para que seamos testigos de la verdad
sintiéndonos íntimamente unidos a tu creación.
- Preces por las Misiones -
(Selvas Amazónicas - Misioneros Dominicos)