OCTAVO MODO DE ORAR:
ESTAR
SENTADOS JUNTOS Y EN DIALOGO
De
entre los nueve modos de orar que se describen de Nuestro Padre Santo Domingo
tenía uno hermoso, devoto y grato para él, que practicaba tras la recitación de
las horas canónicas, y después de la acción de gracias que se hace en común por
los alimentos recibidos. El mesurado y piadoso Padre, impulsado por la devoción
que le había transmitido la palabra de Dios cantada en el coro o en el
refectorio, se iba pronto a estar solo en algún lugar, en la celda o en otra
parte, para leer u orar, permaneciendo consigo y con Dios.
Se sentaba tranquilamente y, hecha la señal de la
cruz, lo abría, leía y se llenaba su mente de dulzura, como si escuchara al
Señor que le hablaba, en conformidad con lo que dice el salmo: Voy a escuchar lo que dice el Señor,
etc., (Sal 84,9). Y como si se debatiera con un acompañante, aparecía, ora
impaciente, a juzgar por sus palabras y actitud, ora tranquilo a la escucha; se
le veía disputar y luchar, reír y llorar, fijar la mirada y bajarla, y de nuevo
hablar bajo y darse golpes de pecho.
Si algún curioso quisiera observarle a escondidas,
el Padre Santo Domingo se le hubiese asemejado a Moisés, que se adentró en el
desierto, llegó al monte de Dios, Horeb, contempló la zarza ardiendo y oró con
el Señor y se humilló a sí mismo (Gen 3, 1-6). Este monte de Dios, ¿no es como
una imagen profética de la piadosa costumbre que tenía nuestro Padre, de pasar fácilmente de la lectura a la
oración, de la oración a la meditación, y de la meditación a la contemplación?
A lo largo de esta lectura hecha en soledad,
veneraba el libro, se inclinaba hacia él, y también lo besaba, cuando leía palabras
que Cristo había pronunciado con su boca. A veces, ocultaba el rostro
cubriéndose con la capa, o escondía la cara entre sus manos, velándola un poco
con la capucha; lloraba lleno de congoja y de dolor; y también, como si
agradeciera a un alto personaje los beneficios recibidos, se levantaba un poco
con toda reverencia e inclinaba su cabeza; plenamente rehecho y tranquilo, leía
de nuevo.
Escena: Domingo
sentado delante de Jesús como Maria de Betania.
Jardín: Paraíso,
huerto cerrado, como la Anunciación de Fr. Angélico.
Postura del que
espera ser servido en un restaurante.
Sentado a la
sombra de mi Amado, gozo con sus frutos (Cant)
Cristo sentado:
para dialogar con tiempo, atención, dedicación.
A la mesa de los
pecadores
En la barca
La samaritana
María de Betania
de “Felices los que lloran” y alcanzaremos para aquellos que atendemos y para
nosotros mismos la consolación.
Ultima cena
Emaus
Domingo se
sienta para darle todo el tiempo del mundo a esta comunicación (sentarse
delante o a los pies de significa ser discípulo habitual).
“Se sienta con
paz”. Sentarse con actitud de permanencia, sin prisa.
Padres
del desierto: “Arsenio, permanece en la celda y sentado”
Yashab en hebreo
y catcito en griego: sentarse, pero también permanecer, instalarse, habitar.
“Después de
hacer el signo de la cruz”: confesión cristiana y gesto litúrgico (evangelio).
Leer es un acto sagrado y de oración y no sólo preparación de la oración.
Llora:
experiencia mística: Guillermo de San Teodorico: “significan las lágrimas la
cercanía de la presencia amorosa del Señor”
S.
Isidoro: ellas nos permiten conocer la visita del Señor, los pasos que da
nuestro corazón.
Diálogo con el
Señor: discute como Jacob; busca entender, comprender, integrar lo sabido y
vivido con lo nuevo.
Abraza el libro
(gesto litúrgico y místico: Cantar de los Cantares: que me bese con el beso de
su boca. Abrázame. Guillermo de San Teodorico dice del contemplativo: “besa con
un tierno beso de amor a Cristo en su corazón”
Se golpea el
pecho: reconoce su propio pecado (Yo mismo contra ti solo pequé);
Romper el corazón de
piedra.
Conversión, reparación.
Se inclina: Como
Moisés ante la zarza y se cubre el rostro.
La lectura como
oración. Dios habla, tú escuchas (para no inventarse un Dios, ni imponerle mi
voluntad).
Entrando
en el espíritu de autor inspirado: “A horas determinadas, es necesario
dedicarse a una lectura determinada. Una lectura al azar, sin orden ni
continuación, lejos reedificar el alma, la arroja en la inconstancia. Las
Escrituras piden ser leídas en el espíritu que las ha dictado. Sólo entrarás en
el pensamiento de Pablo cuando, debido a la atención en la lectura y a la
aplicación asidua a meditarla, te impregnes de su espíritu. De la lectura
continuada es preciso sacar sentimientos afectuosos, formar una plegaria que
interrumpa la lectura. Si verdaderamente el lector busca a Dios en su lectura,
todo lo que lee trabaja con él y para él a fin de conseguir la meta”.
La lectura se
prolonga en los dominicos en el estudio: cfr. S. Vicente Ferrer, Fr. Luis de
Granada.
El estudio como
forma de compasión: la caridad de la verdad, para hacer posible la verdad de la
caridad.
_____________________
PRECES por las Vocaciones Dominicanas:
Por la intercesión de la beata Juana de Aza, que sembró la
semilla de tu Palabra entre los suyos,
Concede a las familias cristianas la ayuda para que sus
hijos descubran y desarrollen el plan que Tú tienes para cada uno de ellos.
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