Hoy, 23 de agosto, la
Iglesia celebra la festividad de Santa Rosa de Lima.
Isabel Flores de Oliva nació
en Lima en 1586. El nombre de “Rosa” es de origen popular, al que ella añadió:
“de Santa María”, nombre ya oficial desde 1668.
Lima tiene una comunidad
pionera en la evangelización: el convento de Santo Domingo. Allí los seglares
pueden participar en la liturgia, reunirse a meditar la Palabra de Dios y
colaborar temporalmente en los puestos misionales o "doctrinas".
Santa Rosa de Lima en su
interior vive un dilema: por un lado siente vocación de religiosa contemplativa
y, por otros, percibe la imperiosa llamada a realizar esta vocación en el
interior de su familia, trabajando por el Reino de Dios desde fuera del
convento. A sus 20 años encuentra el camino: ser pobre por la fraternidad
universal ingresando en la Orden de Predicadores, en su movimiento seglar.
Como dominica seglar da
clases a los niños, incluyendo aprendizaje de instrumentos musicales (guitarra,
arpa, cítara), cultiva el huerto de casa u trabaja en costura. De esta forma
aporta al sostenimiento de su familia amenazada con estrecheces económicas. En
aquel hogar la vida es sencilla, pero lo necesario nunca falta.
Participa en la Eucaristía
en el Convento de Santo Domingo. Al fondo de su casa construye una cabaña con
el fin de asimilar más el Evangelio en la oración; allí entra en comunión con
Dios, con los hombres y con la naturaleza. Sólo Dios la va retribuyendo y ella
se va forjando como mujer de "contemplación en lo secreto". Frente a
sus prójimos es una mujer comprensiva: disculpa los errores de los demás, perdona
las injurias, se empeña en hacer retornar al buen camino a los pecadores,
socorre a los enfermos. Se esfuerza en la misericordia y la compasión.
Tuvo una gran devoción y
afinidad con santa Catalina de Siena. Preclara por su humildad, paciencia y
celo por la salvación de su pueblo, murió en Lima el 24 de Agosto de 1617.
Su cuerpo se venera en la
basílica de Nuestra Señora del Rosario. Fue beatificada en 1668 y canonizada el
12 de abril de 1671. Es la primera flor de santidad de América.
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PRECES por las Vocaciones Dominicanas:
Oh Dios,
que has llamado a nuestras monjas contemplativas para que, como María
Magdalena, estando a los pies de Jesús, escuchen sus palabras,
haz
que también los jóvenes sepan entrar en la soledad donde Tú les hables
al corazón y puedan escuchar tu llamada a seguirte en la vida contemplativa
dominicana.
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