“Gracias a la gran familiaridad que tuvo
santo Domingo con Nos, teníamos ya pruebas de su santidad, habiendo podido
admirar personalmente su vida… Hecho un solo espíritu con Dios, se esforzó por
abismarse en Él por la contemplación, sin descuidar la caridad para con el
prójimo. A medida que crecía en edad, crecía también en gracia y experimentaba
una indescriptible felicidad en la entrega a la salvación de las almas. Se dio
por completo a la predicación de la Palabra de Dios y así engendró a muchos en
Cristo por el Evangelio”
(Bula de canonización, 3 julio 1234).
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PRECES por las Vocaciones Dominicanas:
Tú que llamas hoy a tantos jóvenes a participar del carisma
de la predicación a través del Movimiento Juvenil Dominicano,
Úngeles con el ardor apostólico de Domingo de
Guzmán, la pasión por la verdad de Tomás de Aquino y la hondura contemplativa
de Catalina de Siena.
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