El Papa Inocencio III deseaba la celebración de un concilio
general o ecuménico desde el comienzo de su pontificado, pero no logró reunirlo
hasta poco antes de su muerte. Hizo público el proyecto en abril de 1213,
tiempo en que Domingo sustituía en lo espiritual al obispo de Carcasona. Por
voluntad del Papa fueron muchos los obispos que se encaminaron hacia Roma. Uno
de ellos fue el obispo Fulco de Tolosa,
a quien acompañó fray Domingo.
Ambos, Fulco y Domingo, pudieron exponer al Papa problemas y
proyectos relacionados con la predicación en Tolosa. Deseaban que les
confirmara a favor de Domingo y sus compañeros una orden que se llamara y fuese
de predicadores. Inocencio III comenzó por otorgar una bula el 8 de octubre de
1215, al prior fray Domingo, y a los frailes y hermanas de Santa María de
Prulla, recibiéndolos bajo la protección apostólica. Según cuenta Constantino
de Orvieto, el Papa Inocencio III tuvo un sueño profético, donde veía a Santo
Domingo sostener la iglesia de Letrán. Este sueño, aseguró más tarde la
aprobación de la Orden de Santo Domingo, y ha inspirado numerosas obras de arte,
entre las que destaca una del dominico Fra Angelico.
En la última sesión del concilio, Inocencio III le pidió a Domingo que, de acuerdo con sus hermanos, eligiera una regla aprobada sobre la que se apoyara su orden, y, tras ello, confirmaría todo lo que le había pedido, a saber: los bienes, la predicación evangélica y el nombre de Predicadores. Pidió también al obispo Fulco que les asignara una iglesia.
Vuelto Domingo a
Prulla y Tolosa explicó a sus hermanos y hermanas comprometidos en la “Santa
Predicación” lo vivido en el concilio de Letrán. Respecto a la regla, optaron
por la que ya conocían de san Agustín, asumiendo también algunas observancias
más estrictas relativas a comidas, ayunos, lechos y uso de vestidos de lana.
Para ello se inspiraron en las costumbres de la orden Premonstratense.
Establecieron también no tener posesiones, sólo las rentas les pareció bien
mantener todavía. Respecto a la Iglesia, recibieron del cabildo de la catedral
de Tolosa la iglesia de San Román, en dicha ciudad, además de la de Pamiers y
la de Santa María de Lescure, entre Soreze y Puylaurens, aunque en ninguna de
estas dos últimas llegó a morar ningún fraile.
Domingo salió hacia Roma en octubre de 1216, aunque unos
meses antes había fallecido Inocencio III, siendo elegido como sucesor Honorio
III. La actividad de Domingo, una vez llegado a Roma, fue intensa. Consiguió
que se fuera preparando todo en orden a la confirmación que le había prometido
Inocencio III. En la bula de 22 de diciembre de 1216, denominada de la
“confirmación de la orden” se otorgaba al nuevo grupo protección y amparo
apostólico para ponerlo a salvo de cualquier traba que pudiera impedir su propósito
religioso de vida. Decía así: “Honorio,
obispo, siervo de los siervos de Dios, a su querido hijo fray Domingo, prior de
San Román de Tolosa, y a sus frailes que han hecho e hicieron profesión de vida
regular, salud y bendición apostólica. Nos, considerando que los frailes de tu
Orden serán en lo sucesivo los atletas de la fe y las verdaderas lumbreras del
mundo, confirmamos tu Orden con todos los dominios y posesiones actuales y
futuras, y nos tomamos a esta Orden, sus posesiones y derechos bajo nuestro
gobierno”. Ha nacido así la nueva Orden de Predicadores.
Otra bula, continuaba con el reconocimiento de la nueva orden
en los aspectos de legislación general.
Pero Domingo no partió hacia Tolosa de inmediato,
sino que
continuó por un tiempo en Roma. Por entonces venían malas noticias del sur de Francia, que
continuaba en guerra. Le llegó incluso
la dimisión del obispo Fulco. Domingo intensificaba su plegaria. Cuando se
hallaba orando junto al sepulcro de San Pedro tuvo una experiencia espiritual
verdaderamente decisiva, que narra Constantino de Orvieto con estas palabras:
“Estando Domingo en Roma, en concreto orando en la basílica de San Pedro,
pidiendo a Dios que conservara y aumentara la orden, vio cómo se le acercaban
los Apóstoles Pedro y Pablo. Pedro le entregaba un báculo y Pablo un libro. Le
decían: “Ve y predica, porque Dios te ha escogido para este ministerio”. Dicho
esto le parecía ver a sus hijos diseminados por todo el mundo, yendo de dos en
dos, anunciando la palabra divina”.
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PRECES por las Vocaciones Dominicanas:
Por la intercesión de tantas hermanas fundadoras
de congregaciones dominicas,
te pedimos que des a los jóvenes un
corazón generoso y dispuesto para anunciar tu Palabra a través de la educación
y el servicio a los enfermos.
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