A finales de julio de 1221, fray Domingo llegó exhausto a
Bolonia. Pero, a pesar de la fatiga, se quedó casi toda la noche conversando con algunos de sus frailes sobre
la situación de la orden. El prior del convento, fray Ventura de Verona, le
rogó que se fuera a descansar y que no se levantara por la noche a maitines. No
accedió a la sugerencia y se fue a la iglesia a orar y, a continuación, asistió
a maitines, pero después comunicó al prior que le dolía la cabeza.
Desde entonces comenzó a debilitarse. Postrado por la
enfermedad en un jergón, por su negativa a acostarse en un lecho, hacía llamar
a los hermanos novicios y les consolaba y exhortaba al bien, con dulces
palabras y semblante alegre.
Debido al calor que hacía en el convento, lo trasladaron al
monasterio de santa María del Monte, en una colina cerca. A la vista de su
agravamiento, el 6 de agosto pidió que llamaran al prior, fray Ventura, el cual
subió desde el convento al monasterio con cerca de veinte frailes,
administrándole la unción de enfermos.
Los frailes que se habían mantenido con fray Domingo
informaron al prior que el monje que regentaba el monasterio había manifestado
que si Domingo moría allí, no permitiría que lo trasladaran a otra parte, sino
que lo haría sepultar en su iglesia. Esto le fue comunicado a fray Domingo, el
cual manifestó: “Lejos de mí que sea sepultado en otro lugar que bajo los pies
de mis frailes. Llevadme para que muera en aquella viña, y así podáis
sepultarme en nuestra iglesia”. Ante
ello, los frailes lo tomaron consigo y lo llevaron de nuevo al convento de San
Nicolás.
Fray Domingo les pedía que no lloraran, repitiendo que les
sería más útil desde el lugar a donde iba, de lo que había sido estando con
ellos.
En sus últimos momentos, Fray Domingo, elevando los ojos y
las manos al cielo, exclamó: “Padre Santo, con gran placer he perseverado en el
cumplimiento de tu voluntad, y he guardado y conservado a los que me diste; yo
te los recomiendo, consérvalos y custódialos”.
Cuando el propio enfermo lo pidió, comenzaron la
recomendación del alma. Murió durante la misma, al llegar a las palabras:
“Venid , Santos de Dios, corred, ángeles del Señor, recibid su alma para
presentarla al Altísimo”. Era el 6 de agosto hacia las doce del mediodía del
años 1221.
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PRECES por las Vocaciones Dominicanas:
Por los
miembros de nuestra familia que realizan su misión en pueblos lejanos,
para que siendo semillas del evangelio
frutifiquen en la Iglesia dando el ciento por uno.
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