lunes, 9 de abril de 2012

Todos nosotros somos testigos

Dios resucitó a este Jesús, 
de lo cual todos nosotros somos testigos. 
Ahora, exaltado por la diestra de Dios, 
ha recibido del Padre el Espíritu Santo 
que estaba prometido, y lo ha derramado. 
Esto es lo que estáis viendo y oyendo.

La alegría de la Pascua llena mi corazón,
la pasión por seguirte me revitaliza, 
la seguridad de tu presencia constante en mi vida 
hace que me sienta seguro y fuerte.
 
Me llenas de gozo en tu presencia, 
me ilusionas con tu buena noticia, 
me conviertes en profeta que te anuncia 
y no puedo dejar de contar lo grande que eres.

Tú estás por encima de la muerte, 
de todo aquello que nos roba vida, 
que disminuye nuestro entusiasmo 
o que nos hace pactar con la mediocridad. 
Gracias por vivir en mí y yo en ti, Señor.


Señor: 
ante ti soy como un niño desvalido.
Envuélveme en tu amor de Padre.
Susúrrame al oído lo que esperas de mí.
Envíame a mis hermanos 
a contarles quién eres 
y sigue llenando nuestra vida de gozo y alegría.

-         Párate de vez en cuando 
a experimentar el gozo que supone 
la presencia de Dios en tu vida.
-         Recuerda muertes vividas 
e imagina a esas personas resucitadas, 
en el regazo de Dios Padre.
-         Al terminar el día revisa 
si los demás han podido ver en ti 
a alguien alegre y resucitado.





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