Dios resucitó a este Jesús,
de lo cual todos nosotros somos testigos.
Ahora, exaltado por la diestra de Dios,
ha recibido del Padre el Espíritu Santo
que estaba prometido, y lo ha derramado.
Esto es lo que estáis viendo y oyendo.
La alegría de la Pascua llena mi corazón,
la pasión por seguirte me revitaliza,
la seguridad de tu presencia constante en mi vida
hace que me sienta seguro y fuerte.
Me llenas de gozo en tu presencia,
me ilusionas con tu buena noticia,
me conviertes en profeta que te anuncia
y no puedo dejar de contar lo grande que eres.
Tú estás por encima de la muerte,
de todo aquello que nos roba vida,
que disminuye nuestro entusiasmo
o que nos hace pactar con la mediocridad.
Gracias por vivir en mí y yo en ti, Señor.
Señor:
ante ti soy como un niño desvalido.
Envuélveme en tu amor de Padre.
Susúrrame al oído lo que esperas de mí.
Envíame a mis hermanos
a contarles quién eres
y sigue llenando nuestra vida de gozo y alegría.
- Párate de vez en cuando
a experimentar el gozo que supone
la presencia de Dios en tu vida.
- Recuerda muertes vividas
e imagina a esas personas resucitadas,
en el regazo de Dios Padre.
- Al terminar el día revisa
si los demás han podido ver en ti
a alguien alegre y resucitado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comparte con nosotros...