Jesús les dice:
«Muchachos, ¿tenéis pescado?»
Ellos contestaron:
«No.»
Él les dice:
«Echad la red a la derecha de la barca
y encontraréis.»
La echaron, y no tenían fuerzas para sacarla,
por la multitud de peces.
Y aquel discípulo que Jesús tanto quería
le dice a Pedro:
«Es el Señor»
A veces no te reconozco en mi vivir cotidiano,
estoy distraído en otras cosas
y creo que vivo sin ti,
me envuelven las tareas y la vida,
voy dejándote a un lado y me privo de tu presencia.
Tú me sales al encuentro siempre,
me recuerdas que estás a mi lado
y que contigo no tengo nada que temer,
porque me fortaleces y me guías.
Cuando me asusto, me quejo o me lamento,
tú me ayudas, me recuerdas que no estoy solo,
me animas a seguir volcándome
en las tareas y a trabajar a tu lado cada día.
Quiero ser como Pedro,
el discípulo que te reconoce y sale tras de ti,
que se moja y se lanza a tu encuentro
para vivir en la plenitud de tu amistad.
Para ti todos somos importantes, Señor.
Tú iluminas nuestra vida,
nos rescatas de la mediocridad
y nos llenas de alegría y gozo.
- Revisa los temores y agobios que vives
en este momento de tu vida.
- Presenta al Señor tus preocupaciones y miedos.
- Ora con tu agenda,
y escucha al Señor que te abre los ojos y te da pistas de vida.
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