jueves, 12 de abril de 2012

Paz a vosotros...

Él les dijo: 
«¡Paz a vosotros! 
¿Por qué os alarmáis? 
¿Por qué surgen dudas en vuestro interior? 
Mirad mis manos y mis pies: 
soy yo en persona. 
Palpadme y daos cuenta 
de que un fantasma no tiene carne y huesos, 
como veis que yo tengo.»
Dicho esto, les mostró las manos y los pies. 



Una y mil veces nos deseas tu paz,
nos invitas a perder los miedos, 
a descansar en ti y contigo, 
a gozar de tu presencia en nuestra vida.

Seguimos reunidos, preocupados, 
agobiándonos los unos a los otros, 
razonando las prisas y las obligaciones, 
la insatisfacción y la ansiedad.

Necesitamos que vengas de nuevo a nosotros, 
a anunciarnos tu calma y tu sosiego, 
a dejarnos despreocupar por ti, 
a convencernos de tu presencia sanadora.

Creemos, confundidos, que la preocupación es buena, 
que vivir corriendo, sin parar, nos aporta prestigio, 
que nos quieres eficaces y dioses, 
en vez de dejarnos serenar por tu Amor.


Tú aumentas mi capacidad de sorpresa, 
Señor, me vuelves contemplativo, 
me ayudas a gozar, 
me invitas a vivir en actitud de acción de gracias 
por las maravillas que nos regalas cada día.

-         Cada vez que mires hoy el reloj, 
recuerda que vives tu vida junto al Señor.
-         Déjate serenar por el Señor, 
planificando con él tu jornada.
-         Haz una lista de obligaciones y “deberías” 
para presentarlas en tu oración.




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