Aterrados y llenos de miedo, creían ver un fantasma. Pero Él les dijo: "¿De qué os asustáis? ¿Por qué surgen dudas en vuestro interior? Ved mis manos y mis pies. Soy yo en persona. Tocadme y convenceos de que un fantasma no tiene carne ni huesos como veis que yo tengo".
Y dicho ésto, les mostró las manos y los pies.
(Lc 24, 37-40).
Y dicho ésto, les mostró las manos y los pies.
(Lc 24, 37-40).
Marko Rupnik, autor de este mosaico, es un jesuita esloveno
director del Centro Aletti de arte oriental en la Gregoriana de Roma.
Jesús, el Cristo, el Hijo de María y José, es el Resucitado. No sentimos que es
Dios porque haga magia especial o por grandes apariciones extravagantes...
No.
El Resucitado es Dios porque nos muestra sus manos y sus
pies... ¡no es un fantasma! tal como dice el evangelio del tercer domingo de
Pascua. ¡No es un fantasma!...¡conviene que nosotros, sus amigos y seguidores,
tampoco lo seamos!
Los fantasmas no aparecen cara a cara. No son capaces de
ponerse en pie sobre la muerte, la oscuridad, el mal... Jesús sí.
Los fantasmas no pueden ofrecer su mano -herida- a nadie y
mucho menos sacarles del infierno donde se encuentran... Jesús sí.
Los fantasmas no generan comunión ni bendición ni hombres y
mueres que viven y anuncian que todo esto -a pasar de todo- tiene sentido.
Jesús sí.
Creo en Jesús Resucitado, Hijo de Dios hecho hombre. No creo
en fantasmas aunque a veces, pareciera que será todo más fácil o al menos, más
llamativo. Pero nuestro Dios no es así. Quizá por eso me guste tanto mirar sus
manos y sus pies. Heridas. Resucitadas.
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