En la contemplación de la Pasión y muerte de Jesús, es tradición y
expresión de piedad el llamado “Sermón de las Siete Palabras”. Esta devoción me
ha suscitado la memoria de siete palabras de Cristo Resucitado, como mejor
mensaje de Pascua. En ellas me hago eco de los diálogos más íntimos que
Jesucristo mantuvo con los suyos después de la resurrección.
“Mujer, ¿por qué lloras?” (Jn 20, 15)
María Magdalena responde: “Porque se han llevado a mi Señor
y no sé dónde lo ha puesto”. ¡Cuánto dolor por experiencia de despojos de seres
queridos, de rompimiento de relaciones amigas! Jesús es sensible a la soledad
humana y se hace el encontradizo de muchas formas. ¿Sientes su presencia
consoladora?
“La paz con vosotros” (Jn 20, 19)
Los discípulos se encontraban dentro del Cenáculo,
compartiendo el dolor por los últimos acontecimientos, a la vez que las
noticias extrañas de Pascua, que iban trayendo distintos testigos, cuando Jesús
se les mostró, y se dirigió a ellos con el saludo pascual: “La paz”. Sólo
cuando se está con Dios el corazón se inunda de alegría y de paz. ¿Tienes paz
en tu interior?
“¿Qué conversación es esa que lleváis de camino?” (Lc 24,
17)
Los dos de Emaús toman el camino de la tristeza, del
desaliento y del escepticismo, que intentan aliviar con el recuerdo de los
acontecido en los últimos días, más sin esperanza. Jesús sale a su camino, les
provoca el desahogo de los sentimientos y se muestra a ellos en la fracción del
pan. El Maestro sabe muy bien cómo se libera la mente y el corazón cuando se
pronuncia la angustia. ¿Tienes con quien compartir tu posible desaliento?
“Mirad mis manos y mis pies” (Lc 24, 39).
Los mejores testigos que ofrece el Resucitado a los suyos
son las huellas de su Pasión, para acreditar que es Él mismo. Nos resistimos a
creer que donde están las heridas pueden estar los mejores vestigios del amor
divino. ¿Has llegado a descubrir en tu historia que en aquello que te parece
más negativo es donde más has experimentado el amor de Dios?
«Id, avisad a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me
verán». (Mt 28, 10)
Las mujeres recibieron de Jesús resucitado un mensaje para
los discípulos, que se ha convertido en referencia luminosa. En los momentos de
turbación y de oscuridad es muy importante traer a la memoria las escenas
luminosas de la vida. ¿Has descubierto el recurso de volver al amor primero, a
la historia de bondad que has vivido?
“Dichosos los que no han visto y han creído” (Jn 20, 29).
Jesús le dice a Tomás unas palabras que nos deberían llenar
de alegría pascual, porque sin ver y sin palpar, se nos ha dado la certeza de
la fe en Cristo resucitado. ¿Crees tú esto?
“¿Me amas?” (Jn 21, 16)
Es la pregunta esencial, de la que se deriva la pertenencia
a Jesucristo y el seguimiento.
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