Fe
La fe sostiene todo el Adviento. Es la respuesta confiada a la Palabra que se anuncia. María y José son modelos de fe: ambos dicen “sí” a Dios aun cuando el camino parece incomprensible.
La fe nos impulsa a mirar más allá de lo inmediato, a reconocer la presencia de Dios en medio de la fragilidad del mundo. Es ante todo relación: creer es saberse amado por Cristo y abrirle el corazón.
En Adviento, la fe es dinámica: escucha, acoge, camina, espera. Es la virtud que sostiene en los momentos de oscuridad, cuando todavía no se ve el cumplimiento de la promesa. Es la luz que ilumina la ceguera de nuestros ojos, ofuscados por las vanidades terrenas.
La respuesta de Jesús a nuestra fe es la iluminación del entendimiento y la sanación del alma. Solo creyendo que Él puede hacerlo todo, recibiremos la gracia de ver con claridad el camino que nos lleva a Belén y al Reino de los Cielos.
La fe convierte cada día en posibilidad: incluso lo pequeño puede transformarse porque Dios actúa en lo escondido, en lo cotidiano. Nos prepara para reconocer al Dios que viene en lo humilde: en un pesebre, en un gesto de amor, en un hermano necesitado.
Oración
Señor Jesús,
te pedimos enciendas
en nuestros corazones
la llama de la esperanza
y la fe,
para que permanezcamos
vigilantes esperando
con alegría tu llegada.

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