miércoles, 3 de diciembre de 2025

Adviento 2025: Hacia la Luz de la Esperanza, en comunidad. (5)


 



Esperanza

   Esperar en Dios es confiar en que su promesa se cumple incluso cuando todo parece oscuro. La esperanza evangélica no es pasividad, sino movimiento interior que sostiene, anima y renueva. Quien espera en el Señor descubre que cada día trae una gracia nueva.

   A pesar de las tribulaciones, la esperanza nos asegura que nuestra liberación está cerca, invitándonos a levantar la cabeza y confiar en la promesa de salvación de Dios. En la certeza de que Dios cumple sus promesas y nuestra salvación está cerca.

   Se nos invita a avivar la llama de la esperanza, mirando al futuro con un corazón confiado y una visión de futuro, rompiendo con la prisa del mundo actual. La esperanza cristiana no es una idea abstracta, sino una acción concreta que nos lleva a prepararnos para la venida del Señor. Es el latido interior del Adviento.

   La esperanza cristiana nace del amor primero de Cristo: Él nos amó cuando aún no podíamos responder y ese amor sostiene el futuro. La esperanza no es optimismo ingenuo, sino confianza en que Dios actúa incluso cuando no vemos resultados inmediatos. En un tiempo marcado por incertidumbres culturales, guerras y cansancio social, el Jubileo de la Esperanza, en el que nos encontramos durante todo este año, propone recuperar la esperanza como fuerza transformadora.

   En Adviento, la esperanza se celebra y se ejercita: esperamos un Dios que viene a sanar la vida, a recrear lo que parecía perdido, a ofrecer caminos nuevos donde solo veíamos muros. Esperanza significa creer que el mal no tiene la última palabra. En el día a día, se concreta en gestos de fidelidad, en la capacidad de comenzar de nuevo, en la valentía de perdonar, de dialogar, de servir, de crear espacios de reconciliación.

   La esperanza es luz que no se apaga y que el Adviento aviva en el corazón creyente.


Oración


Padre, que la esperanza de tu venida
 fortalezca nuestra fe.
 En medio de las pruebas,
 que nuestros ojos permanezcan fijos en Ti,
 fuente inagotable de toda esperanza y paz.
 Amén.



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