Hágase en mí
El Adviento no es solo preparación para la Navidad, sino una oportunidad para reconocer que Dios sigue actuando en los tiempos humanos, también en los nuestros. Es un tiempo para detenernos y mirar la historia con ojos de fe.
La Iglesia nos invita a preparar el corazón para la venida del Señor, y en ese camino aparece María como la mujer del “sí”, la que enseña a esperar confiando. Su palabra sencilla y profunda —“hágase en mí”— atraviesa los siglos y hoy se dirige también a nosotros.
María no canta desde la comodidad, sino desde la confianza. Ella reconoce que Dios tiene poder para transformar la realidad y que su misericordia lo alcanza todo. Su canto habla de un Dios que colma de bienes a los hambrientos y que nunca se olvida de su promesa.
El Adviento es ese espacio sagrado donde tú y yo aprendemos a escuchar. No se trata solo de contar los días hasta la Navidad, sino de permitir que Dios vuelva a nacer en lo cotidiano: en las decisiones pequeñas, en el perdón ofrecido, en la fidelidad silenciosa. Como María, estamos llamados a abrir la vida para que Dios actúe, aun cuando no entendamos del todo el camino.
La esperanza cristiana no es ingenua. María conoce la incertidumbre, el riesgo, la incomprensión. Sin embargo, confía. Su fe no huye de la realidad, la transforma. En Adviento, su ejemplo nos recuerda que esperar es creer que Dios cumple sus promesas, incluso cuando todo parece oscuro. La esperanza se vuelve entonces una luz encendida en medio de la noche.
El Magnificat brota como canto de quien ha confiado. María proclama que Dios mira la pequeñez, que derriba las injusticias y levanta a los humildes. Ese canto no es solo suyo: es también el nuestro cuando creemos que el amor es más fuerte que el miedo. En Adviento, el Magnificat nos enseña a mirar el mundo con los ojos de Dios y a comprometernos con su Reino.
Así, el Adviento se convierte en un diálogo vivo entre María, tú y yo. Ella nos toma de la mano y nos conduce al misterio. Y nosotros, aprendiendo de su fe, podemos repetir con ella: “Aquí estoy, Señor… hágase en mí”.
Oración
Señor Dios,
en este tiempo de Adviento venimos ante Ti con un corazón que espera.
Como María, queremos escuchar tu Palabra y acogerla con confianza,
aun cuando no comprendamos del todo tus caminos.
Enséñanos a decir “sí” cada día,
a abrir nuestra vida para que Tú actúes en ella.
Que el Magnificat de María sea también nuestra oración:
un canto de gratitud, de esperanza y de justicia.
Mira nuestra pequeñez, Señor,
y haz en nosotros obras grandes.
Levanta a quienes están cansados,
consuela a los que sufren
y fortalece nuestra fe en medio de la espera.
Que en Adviento aprendamos a confiar,
a creer que tu promesa se cumple
y que tu amor transforma la historia.
Con María, te decimos hoy:
aquí estamos, Señor.
Que se haga tu voluntad en nosotros.
Amén.

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