lunes, 8 de diciembre de 2025

Adviento 2025: Hacia la Luz de la Esperanza, en comunidad. (10)

 



Inmaculada Concepción


    En el Adviento, período de espera, esperanza, conversión interior y escucha de la Palabra de Dios, María aparece como el modelo perfecto: ella espera, confía, se abre al plan de Dios y pronuncia su “sí” con plena libertad.

    La celebración de la Inmaculada en pleno Adviento subraya que Dios actúa en la historia con anticipación, preparando a una persona concreta para llevar a cabo su promesa de salvación. María representa a la humanidad renovada, pura y disponible, que recibe al Salvador. Así, su fiesta ilumina el sentido profundo del Adviento: una espera que transforma el corazón y lo dispone para la llegada de Cristo.

    “Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús” es el anuncio del ángel a María y una de las frases más profundas del tiempo de Adviento. Dios entra en la historia humana, no de manera simbólica, sino real, tomando carne en el seno de una mujer sencilla de Nazaret. El Adviento, tiempo de espera y preparación, se ilumina con este anuncio que une promesa y cumplimiento.

    María no comprende del todo cómo sucederá, pero confía. Su "sí" incondicional a Dios (el Fiat) hizo posible la Encarnación y refleja la actitud de esperanza y obediencia que los cristianos debemos adoptar durante el Adviento. Su actitud de apertura y disponibilidad se convierte en el modelo para todo creyente durante el Adviento.

    El anuncio a María nos invita a preparar el corazón, a acoger a Cristo que quiere nacer hoy en nuestra vida. Así como María recibió la Palabra, cada uno de nosotros es llamado a escuchar, creer y dejar que Dios actúe en nuestro interior, para que Cristo sea luz, esperanza y salvación en medio del mundo.

    Ella es la primera en creer, la primera en seguir a Jesús, mostrando el modo, el modelo de esa nueva humanidad que está abierta, que recibe la gracia de Dios. 

    La Virgen María, al acoger a Cristo en su seno y ser representante de todos nosotros, nos está hablando de un Dios que también quiere ser acogido por ti, que también quiere que tú lo pares, lo alumbres en el mundo en el que te ha tocado vivir. 

    María es una mujer, pero es nuestra representante, la representante de la Iglesia, de la nueva humanidad que acoge a su salvador. Ella nos recuerda que nuestra vocación no es solo la santidad personal, no solo "mi" felicidad y "mi" plenitud personal en Dios, sino que es también  una vocación a la santidad "común". Que nuestra misión es la de alumbrar a Cristo para los demás, para que todos seamos uno en la santidad y en la plenitud de Dios. 

    María es el puente, la puerta a través de la cual lo divino entra en lo humano. María es el primer sagrario, el primer cavernáculo. Y decimos el primero, porque detrás vamos todos nosotros. María nos recuerda la dignidad, la enorme dignidad con la que Dios nos reviste.



Oración


Santa María, Virgen Inmaculada,
tú que fuiste elegida desde toda la eternidad
para ser la Madre del Salvador,
mira nuestro caminar en este tiempo de Adviento.

Tú que esperaste a Jesús con un corazón puro,
enséñanos a esperar con fe, humildad y esperanza.
Limpia nuestro corazón de todo egoísmo y pecado,
y prepáralo como una cuna digna
donde tu Hijo pueda nacer.

Que tu ejemplo de obediencia y confianza
nos ayude a decir, como tú:
“hágase en mí según tu palabra”.

Acompáñanos en este tiempo de preparación,
ilumina nuestras decisiones,
fortalece nuestra fe
y guíanos siempre hacia tu Hijo Jesús,
luz que viene al mundo.




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