martes, 16 de diciembre de 2025

Adviento 2025: Hacia la Luz de la Esperanza, en comunidad. (18)

 



Sinceridad o Hipocresía


    El Adviento es un tiempo de espera, pero también de verdad. Y ante esa verdad, cada creyente debe preguntarse con honestidad: ¿vivo esta espera con sinceridad o con hipocresía? No se trata de un juicio externo, sino de una invitación a examinar la profundidad de nuestra fe.

    Hablar de la venida de Jesús es fácil; lo difícil es creer de verdad en ella y dejar que transforme nuestra vida.

    La hipocresía aparece cuando decimos esperar a Cristo, pero no permitimos que Él transforme nuestra vida. Cuando proclamamos esperanza mientras nos aferramos al egoísmo, cuando hablamos de amor mientras guardamos rencores, cuando encendemos velas sin encender el corazón. Es fácil adoptar gestos religiosos, pero muy distinto es dejar que la Palabra nos cambie desde dentro.

    Jesús denunció fuertemente esa actitud porque impide que el Reino florezca en nosotros.

    Creer en la venida de Jesús no es solo aceptar una doctrina: es una decisión diaria. Es abrir espacios de conversión, reconocer nuestras fragilidades y dejar que Dios haga nuevas todas las cosas. El Adviento nos recuerda que Cristo no viene solo al mundo de hace dos mil años; viene ahora, a nuestra historia concreta, a nuestras luchas, a nuestras relaciones, a nuestro modo de vivir.

    Superar la hipocresía requiere humildad. Significa reconocer que a veces aparentamos más fe de la que realmente vivimos. El Adviento, sin embargo, no nos condena; nos despierta. Nos recuerda que la sinceridad ante Dios es un camino que todos podemos recorrer. Creer de verdad en la venida de Jesús implica abrir espacio para la conversión, revisar nuestras actitudes, reconciliarnos con el hermano y dejarnos tocar por la gracia. La sinceridad no significa perfección, sino transparencia: reconocer lo que somos y permitir que Cristo actúe.

    Dios no busca perfección exterior, sino un corazón sincero que quiera cambiar.

    Si de verdad creemos en la venida de Jesús, entonces permitamos que su luz revele nuestras sombras y que su amor transforme lo que aún no está alineado con el Evangelio. Abramos el corazón sin máscaras. Jesús viene para sanar, para renovar y para dar una esperanza que no engaña.

    Este tiempo nos invita a elegir: ¿máscaras o verdad? ¿Apariencia o conversión? ¿Rito vacío o encuentro real? Jesús viene a un corazón humilde, no a uno perfecto. Que este Adviento nos ayude a dejar atrás la hipocresía y abrazar la sinceridad de una fe que se expresa en obras, en amor y en esperanza renovada. Que sea un tiempo de verdad, de autenticidad y de fe viva.


Oración

Señor Jesús,
en este tiempo de Adviento,
quiero abrir mi corazón a tu venida con sinceridad.

Tú conoces mis luces y mis sombras,
mis deseos de seguirte
y también mis incoherencias.
Líbrame, Señor, de toda hipocresía,
de vivir una fe de apariencias,
de palabras sin obras
y de gestos vacíos que no nacen del amor.

Enséñame a esperar tu llegada
con un corazón auténtico, humilde y vigilante.
Arranca de mí el egoísmo, la indiferencia
y todo lo que me aleja de Ti.
Regálame un espíritu de verdad,
que mis acciones reflejen lo que proclamo
y que mi vida sea un espacio donde Tú puedas nacer.

Hazme sensible al hermano que sufre,
misericordioso con quien se equivoca
y generoso con quienes más necesitan tu consuelo.
Que tu luz ilumine mis intenciones
y que tu paz transforme mis pensamientos y mis actos.

Señor, que este Adviento
sea un camino de conversión sincera,
un tiempo para encontrarte de verdad,
sin máscaras ni reservas.
Que mi fe no sea solo costumbre,
sino un encuentro vivo contigo
que renueve mi esperanza cada día.

Ven, Señor Jesús,
y haz de mi corazón un lugar sencillo y honesto
donde tu amor pueda habitar.
Amén.

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