Cumplimiento promesa
La genealogía de Jesús en el Evangelio de Mateo es mucho más que una lista de nombres antiguos: es una confesión de fe. En ella, la Iglesia reconoce que Dios actúa en la historia concreta, a través de personas reales, con sus luces y sombras, para cumplir su promesa de salvación. Esta genealogía revela que Jesús no aparece de manera aislada, sino inserto en una larga línea de creyentes, pecadores, reyes, extranjeros y gente común. Así, se subraya que Dios no se limita a lo perfecto, sino que transforma la fragilidad humana en lugar de manifestación de su fidelidad.
Es una proclamación teológica que muestra cómo Dios cumple fielmente sus promesas a lo largo de la historia y cómo ese cumplimiento llega a su plenitud en Jesucristo. En su Evangelio, Mateo afirma que Jesús es “hijo de David, hijo de Abraham”, dos figuras clave de la historia de la salvación. Con ello, declara desde el comienzo que en Jesús se concretan las promesas hechas tanto a Abraham —una descendencia que sería bendición para todos los pueblos— como a David —un reino estable y eterno.
La forma de presentar la genealogía de Jesús quiere mostrar que la historia avanza hacia un punto culminante: el nacimiento del Mesías. En el Adviento, la Iglesia contempla esta genealogía como una invitación a reconocer la fidelidad de Dios a lo largo del tiempo. Cada nombre es un eslabón en la cadena de la promesa que culmina en Jesús. Así, el Adviento no se trata solo de esperar una fecha, sino de descubrir que Dios cumple su palabra lentamente, a través de procesos, generaciones y vidas concretas. Mirar la genealogía es aprender a leer nuestra propia historia a la luz de esa fidelidad: Dios sigue actuando, también hoy, en lo pequeño, lo inesperado y lo imperfecto. Prepararnos para la Navidad es abrir nuestro corazón para que la promesa cumplida en Jesús siga transformando nuestra vida y el mundo.
Oración
Señor Dios de la historia,
que conduces los pasos de tu pueblo
y cumples con ternura tus promesas,
te damos gracias por la genealogía de tu Hijo Jesús,
en la que reconocemos tu fidelidad a lo largo de los siglos.
Hoy, en este tiempo de Adviento,
queremos contemplar esa historia sagrada
como el camino que preparó la llegada de tu Salvador.
Haz, Señor, que al mirar la genealogía de Jesús
aprendamos a descubrir tu presencia también en nuestra vida:
en nuestras esperas, nuestras luchas, nuestras familias
y en todo lo que aún necesita ser sanado y renovado.
Que entendamos que tú sigues obrando,
como lo hiciste en cada generación,
con paciencia, misericordia y amor.
Te pedimos que nuestra esperanza se fortalezca,
que nuestros corazones se abran a tu luz
y que este Adviento nos encuentre vigilantes,
dispuestos a acoger a Cristo
que viene a cumplir, una vez más,
tu promesa de salvación.
Amén.

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