Reina asunta a los Cielos
A ti, la gloriosa, Virgen y Madre, Santa María,
a ti, la Bienaventurada, la llenada de gracia,
elevada a lo más alto del cielo,
a cuya casa los discípulos de tu Hijo
sintieron la necesidad de acudir a la hora de tu tránsito
para despedirte y sentir tu última mirada terrena,
y a quien nosotros acudimos también
para sentirnos mirados por tus ojos misericordiosos.
A ti, asunta al cielo, que te sentimos compañera nuestra
Mientras recorremos valles oscuros y de lágrimas.
Sé tú nuestro consuelo, y aviva en nosotros
la certeza de los peregrinos que avanzan hacia la meta luminosa,
tú que eres estrella de la mañana, luz del alba y aurora de la vida.
En el día que fuiste elevada al Cielo
en cuerpo y alma, y que festejamos tu triunfo,
al tiempo de felicitarnos en ti
dando voz a todos los que aún caminamos por este mundo,
te pedimos que ruegues por todos a tu Hijo Jesús,
para que un día alcancemos la gloria de la que tú ya gozas.
Madre, reina, asunta al cielo. Ruega por nosotros.
Amén
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