Causa de nuestra alegría
¡María, Señora mía, tu eres causa de nuestra alegría!
¡Tú María has vivido como nadie
la presencia de Dios en tu vida!
¡Muéstrame encontrarme cada día con Tu Hijo!
¡Enséñame a acercarme a la Verdad,
a la Vida, a la Santidad, a la Justicia,
a la Paz, al Amor y a la Misericordia!
¡Enséñame, María, a contemplar siempre
la vida como un don de Dios!
¡Enséñame a ser como Tú, María,
siempre agradecida, siempre alegre,
siempre llena de gracia!
¡Ayúdame, Señora, a ser un instrumento útil
en las manos del Padre
y que a través mío sean muchos
los que escuchen de mi boca melodías llenas de alegría!
¡Te presento hoy, María, a los que sufren soledad,
a los que están tristes, a los que están alejados de la Iglesia,
a los que blasfeman, a los pecadores,
a los desesperados, a los perseguidos, a los desahuciados,
a los enfermos, a los afligidos…
para que les entregues un poco de tu alegría!
¡María, quiero ser un apóstol tuyo,
quiero ser un apóstol de tu alegría!
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