Acudí
a la oración
porque
me hirió de muerte la vida.
Me
refugié en tus brazos, Señor,
cuando
no tuve más aliento.
Pero
tú me empujas de nuevo
incansablemente,
a mi ruedo.
Mañana
empezaré otra vez,
como
ayer, como cada día.
Y
volveré, sí, volveré,
pero
con una mirada nueva,
con una sonrisa recién estrenada,
y con esa fuerza
que sé que no es mía.
con una sonrisa recién estrenada,
y con esa fuerza
que sé que no es mía.
¡¡Precioso blog y genial entrada!!
ResponderEliminarHoy con lágrimas pero sabiendo de Quien me he fiado, gracias por recordármelo...
Volveré mañana, con esa fuerza que se que no es mía...
¡Genial!, gracias desde lo hondo