He tenido que luchar con el
ordenador que insiste en corregirme y poner periclitados. Le dejo claro que la
última escritura la tengo yo y, aunque él insiste en subrayarlo en rojo, no
cedo y pongo "paraclitados", o sea, "afectados por el Paráclito"
y, como consecuencia, "defendidos" y "animados".
- "¿Animados? ¡Hombre, no me
fastidie! Pues están los tiempos como para animarse..." Claro, pues por
eso, precisamente porque no lo están y porque la esperanza es el recurso
teologal diseñado en especial para situaciones como las presentes. ¿O es que
tenemos que tachar Pentecostés del calendario cristiano, como si fuera una
ventanilla con el letrero: "Cerrado hasta que termine la crisis. Disculpen
las molestias?"
Al Espíritu de Jesús no hay
gobierno que lo recorte, así vamos a hacer algunas consideraciones en torno a
su paso por nuestra vida. De entrada, recordar que nos deja esponsorizados, es
decir, pudiendo contar con Alguien que patrocina nuestras actividades y sufraga
los gastos y "desgastes" que traen consigo nuestros proyectos,
intentos y relaciones, mayormente en lo que se refiere a tratar de vivir según
el evangelio de Jesús.
Tampoco descansa hasta que nos
convierte en gente sinergizada. A riesgo de ponerme pesada con asuntos
lingüísticos, recuerdo que es una palabra del último verso del evangelio de
Marcos y actúa como "certificado de últimas voluntades" del Viviente:
"Ellos salieron a predicar por todas partes y el Señor "trabajaba
junto con ellos" (syn-ergein). O sea que "co-laboraba",
"con-curría" o "actuaba como socio". Nada menos.
Otro regalo más: nos convierte en
frutiportantes y, si les suena raro, vayan a Gal 5,22-23 que habla del
"fruto" del Espíritu y dibuja el perfil de quien se deja guiar por
él: es alguien capaz de amar de verdad, no pierde la alegría, mantiene la paz,
tiene una respiración larga (la famosa "longanimidad" del catecismo),
es amable y buena persona, mantiene la palabra dada, tiene aguante y capacidad
para ser señor de sí mismo.
Podemos preguntarnos si todos
estos dones no tienen contrapartida y si no necesitamos hacer nada a cambio. Y
creo que, sin negar su condición de gratuidad, hay una condición previa que nos
dispone para recibirlos: el intento de "desalojar troyanos", esos
pensamientos aún más peligrosos que los peores virus y que amenazan infectarnos
el sistema operativo vital: "No podemos hacer nada", "Han
acabado con todo", "No tenemos salida"... Que cada cual detecte
sus vulnerabilidades y se pase el antivirus correspondiente.
Aporto uno de los más recomendados
por su eficacia y que refleja una tradición árabe sobre Jesús: Juan el
evangelista tenía una risa contagiosa y Simón Pedro, en cambio, era dado al
llanto. Entonces Simón dijo a Juan: "Te ríes tanto como si ya hubieras
llevado a cabo la obra de tu salvación". Y Juan le contestó: "Y tú
lloras tanto como si ya hubieras desesperado de tu Señor". Entonces Dios
reveló al Mesías: "De los dos modos de vivir, el de Juan me agrada
más".
Si a
algo nos empuja el viento de Pentecostés es a coincidir plenamente con los
gustos de Dios.
Dolores Aleixandre · ALANDAR Junio 2012
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