-¿Cuántos monasterios de
monjas dominicas hay?
- Hay 240 monasterios en
el mundo, con tres mil monjas dominicas. Algunos están integrados por dos
monjas y otros por más de cuarenta. La gran mayoría de nuestros monasterios
están en España, unos 80, y albergan a monjas muy mayores. En España hay algunas vocaciones, pero no son suficientes para 80
monasterios, por lo que las monjas están empezando a discernir un proceso de
cómo fusionarse o cerrar, no como fracaso sino desde la perspectiva de “Señor,
ahora puedes a tu siervo ir en paz porque mis ojos han visto la luz”. Yo creo
que la muerte de un monasterio no es algo que hay que lamentar, estoy hablando
de monasterios que existen desde hace 500, 700 años.
-¿Cómo es el proceso de
fusión?
-No se conocen mucho para la fusión porque
no salen, pero, por ejemplo, en Aragón, se han unido varios monasterios. He
visitado algunos de ellos y es muy conmovedor que cuando les pides que te
cuenten empiezan por el cierre del
monasterio y lloran; después, apenas empiezan a secarse los ojos,
comienzan a contar sobre lo que han encontrado al unirse con otras, la
alegría y un renacimiento de vida y... empiezan a llorar otra vez. Morir es
triste pero volver a renacer es maravilloso. Todas dicen cómo la liturgia
coral es central en su vida y comentan que se habían olvidado qué bella es la
liturgia en un coro
pleno, porque al ser 6 no es completo, pero al ser 30 o 40, vuelven a encontrar
eso.
-¿Hay actualmente
vocaciones?, ¿en qué lugares?
-Hay algunas vocaciones nuevas sobre todo
en Asia y África. En América hay también vocaciones jóvenes sobre
todo en Argentina , Perú, México , Colombia
y en Chile ,
aunque no muchas. En América, no obstante, los números van bajando, pero en un
monasterio no es necesario un gran número de ingresos. Una monja nueva cada 3
años está bien. En una provincia de frailes esa cifra plantea dificultades,
pero en un monasterio no.
-¿Cuáles son las
principales dificultades en los monasterios?
-En algunas partes del mundo hay problemas económicos, lo que
es normal, pero una de las grandes deficiencias es la formación. Creo que la Orden necesita responder a
la formación y he propuesto para este Capítulo que cuando los frailes den
cursos en universidades, por ejemplo, que las monjas puedan participar por
Internet o se les grabe para luego hacérselos llegar. Creo que les debemos eso
a las monjas.
En la Edad Media los frailes eran los encargados de la
formación de las monjas y cuando los frailes quisieron lavarse las manos, el
mismo Papa les dijo que debían dedicarse a esto y no dejarlas de lado. Creo que
frailes, hermanas y laicos tenemos que compartir nuestras experiencias
formativas con las monjas. No es necesario que las monjas salgan, especialmente
hoy, en el mundo cibernético: pueden hacerlo con una pantalla y así se
sienten parte de la familia dominicana. Creo que ese sentimiento de Familia
lo experimentan más que las otras ramas porque cada día ellas oran por todos nosotros. Creo que nosotros nos olvidamos de ellas, pero
ellas no se olvidan de nosotros.
-¿Cuál consideras que es tu sello
propio como
Promotor de las Monjas?
-Yo creo que el trabajo
de juntar a las monjas en encuentros entre ellas para que descubran la vida
“allá”, es uno de los sellos que quisiera dejar, que las monjas se vayan
conociendo y que el mundo de los monasterios se acerque. Y, por otro lado, mi
gran pasión es la predicación. Algunos habrán trabajado
mucho en temas de teología con las monjas, otros en espiritualidad o en
filosofía, y lo que yo trabajo y quiero trabajar con las monjas es la Palabra de Dios y
ayudarles a darse cuenta de que su vida es una predicación.
- Brian, ¿qué tenemos que
predicar
hoy?
-Nuestra predicación tiene que mostrar al
mundo el rostro humano de Jesús. Necesitamos experimentar por medio de la predicación
al Dios cercano, este Dios que se nos acercó. Y lo otro que necesitamos
predicar es la misericordia. Cuando entré en la Orden y escuchaba mucho la
palabra misericordia pensaba en el Sacramento de la Confesión. Al ir
conociendo a Santo Domingo
e ir leyendo los evangelios estoy convencido de que Domingo entendió
profundamente el tema de Jesús y su misericordia con los pecadores, pequeños y
marginados.
Uno de mis textos
preferidos es el de la sanación del ciego Bartimeo, que está al borde del camino
gritando y nadie lo escucha, y el texto dice que Jesús se detuvo. Es el gesto que indica: “tú eres un ser humano y quiero escucharte”,
“quiero compartir contigo la
Buena Noticia y no te condeno”. El otro es un ser humano y
ese es el gran grito de este año y del
año próximo, en que conmemoramos el Sermón de Montesinos.
Fr. Brian Pierce, op
Promoter General para las
Monjas Dominicas
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