Organizada por la Comunidad y la Fraternidad de
Santo Domingo de Scala Coeli, de Córdoba, y bajo la dirección espiritual e
histórico-cultural de los Padres José Antonio Segovia, Promotor de la
Fraternidad de laicos dominicos, y Paco R. Fassio, Prior del Convento de dicho
nombre, tuvo lugar durante los días 24 a 27 del pasado mes de mayo, una
peregrinación a distintos lugares dominicanos de España, como continuación de
la organizada, en su primera edición, en el año 2010 tras la huella de Santo
Domingo, a Caleruega y otros lugares plenamente dominicanos.
En la misma han participado un muy nutrido grupo
de miembros de dicha Fraternidad, de los distintos talleres de oración y de
orantes que se desarrollan a lo largo del curso en Scala Coeli, y de amigos
provenientes de Córdoba, Sevilla, Granada y Málaga.
En esta ocasión, teniendo como figura central a
San Álvaro de Córdoba, se trataba de visitar los distintos lugares donde San Álvaro
estudió, vivió y enseñó, antes de partir hacia Córdoba para fundar el Convento
de Scala Coeli. Y, junto a San Alvaro, vivir también la presencia de ilustres
dominicos tales como Fray Luis de Granada, el P. Arintero y otros.
En concreto, realizamos unas muy completas visitas
a los conocidos e impresionantes Conventos de Santo Tomás, de Ávila; San
Gregorio y San Pablo, de Valladolid; y San Esteban, de Salamanca. De la
historia de cada uno de ellos fuimos instruidos por el P. R. Fassio, así como
por el P. Laya, Prior del Convento de Santo Tomás, y por Fray Salustiano, Prior
del Convento de San Gregorio y San Pablo. Ni que decir tiene que salimos
impresionados y maravillados de toda la estética monumental y de todo el saber
que se encierra entre los muros de dichos Conventos.
Además de lo anterior, es de justicia destacar
cuatro hechos acaecidos en la peregrinación:
1º. El descubrimiento por nuestra parte de una
joya monumental, muy poco conocida, situada en la pequeña población castellana
de Santa María la Real de Nueva. Se trata del Convento e Iglesia de Ntra. Sra
de Soterraña. De la misma recibimos toda una detallada, interesantísima y amena
explicación por parte de D. Vicente, persona encargada de mostrar la Iglesia y
el monumental claustro del antiguo convento dominico, todo un ejemplo de
simbolismo y de sabiduría esculpida en piedra, donde todas las figuras e
imágenes que a lo largo de los capiteles del mismo aparecen, tienen su
significado, su enseñanza, su por qué y su para qué.
2º. Un segundo hecho es otro descubrimiento. Se
trata de la majestuosidad del antiguo convento de Santo Domingo de Plasencia,
hoy totalmente restaurado y acondicionado como Parador Nacional. Y, como en el
caso anterior, una persona, D. Félix Lobo, Director del Parador, haciéndonos un
hueco en su trabajo, nos acompañó en la visita y nos transmitió sus amplios conocimientos
sobre la historia tanto del edificio como de las personas que a lo largo de la
historia fueron habitando el mismo.
En ambos casos tuvimos la gran suerte de poder ser
atendidos por dos personas que no solo nos transmitieron sus conocimientos,
sino también sus sensaciones y su amor hacia los edificios en cuestión.
Verdaderos espíritus predicadores.
3º. Un tercer hecho a destacar no tiene un momento
concreto de producirse en el viaje, sino que ha sido una constante durante todo
el mismo. Cada día nos sorprendía más –incluso a los que lo conocemos un poco-.
Se trata de nuestro P. Paco R. Fassio. No es cuestión ahora de hablar de su
humanidad y de su trato. Ello merece muchísimo más tiempo. Por eso, y en
concreto, ahora vamos a destacar su conocimiento de “todo”. A lo largo de toda
la peregrinación no solo hemos recibido explicaciones de los lugares por donde
pasamos, de los edificios visitados, de sus habitantes y moradores, sino
también de hechos que han acaecido en los mismos e, incluso, su traslación a
situaciones actuales. Verdaderas lecciones académicas, filosóficas y, sobre
todo, teológicas. Y todo ello con su forma de transmitir y de saber llegar a
todos nosotros.
4º. Y, finalmente, un hecho que ha supuesto un
hito para todos los que hemos compartido esta peregrinación. Hemos tenido la
oportunidad de recibir el Espíritu Santo, de vivir Pentecostés, en itinerancia.
Y, concretamente, hemos asistido y hemos sido, en parte, coprotagonistas de la
celebración de la Eucaristía con motivo de Pentecostés, celebrada en la Capilla
de la Transverberación del Convento de la Encarnación, de Avila, sintiendo muy
de cerca la presencia espiritual de Santa Teresa. Y decimos que ha supuesto un
hito, no solo por lo vivido, sino cómo lo hemos vivido y, sobre todo, cómo nos
lo ha hecho vivir –a nosotros y a las monjas de la Encarnación que se
encontraban tras las rejas- el celebrante, nuestro P. José Antonio Segovia. El
sentimiento y disponibilidad a lo largo de toda la ceremonia, los cantos
elegidos y las palabras de la homilía de Pentecostés han supuesto el punto
álgido de nuestra peregrinación. Eso, al decir de todos nosotros y de las
personas asistentes del lugar, que incluso nos han venido a comentar y a
felicitar por la ceremonia en la que han tenido la dicha de participar.
A pesar de su extensión, se trata de un crónica
muy resumida, a la cual le falta por comentar, entre otras circunstancias,
nuestra visita al original Museo “Porticum Salutis”, situado en el Convento de
Santo Domingo de Ocaña; nuestro rato de asueto con las Monjas Dominicas del
Convento de las “Dueñas”, en Salamanca, y el rezo con ellas de las Vísperas de
Pentecostés; el reencuentro en Valladolid, con Juanma, nuestro prenovicio de la
provincia dominicana de la
Bética ; y los distintos almuerzos en comunidad, destacando
entre ellos, el celebrado en la Residencia Santa Inés, en Salamanca, de la Congregación de
Hermanas Dominicas de la
Anunciata , de las cuales recibimos todo tipo de atenciones;
además del lugar de nuestra estancia y de la persona de D. Antonio, el
paciente, amable y atentísimo responsable de la Casa Diocesana de
Ejercicios de Ávila; y dejando para el final nuestro regreso a Córdoba bajando
desde Castilla y Extremadura por todo el Valle del Jerte, admirando el paisaje
y llegando, casi casi, a tocar las espléndidas cerezas que se encontraban a un
paso de ser cogidas de los árboles para deleite de nuestros paladares.
Un éxito de peregrinación que nos da ánimos para
intentar organizar una nueva. Quizás nuevos conventos y lugares dominicanos en
España o con destino al sur de Francia o, por qué no, dirección Bolonia y Roma.
Pero, en cualquier caso, pensando vivir o, al menos, sentir el espíritu de
Santo Domingo.
Antonio Rodríguez, dominico seglar
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