Señor Jesucristo,
redentor del género humano,
te pedimos que des entrada en tu paraíso
a nuestros hermanos y hermanas
que han cerrado los ojos a la luz de este mundo
y los han abierto para contemplarte a Tí,
Luz Verdadera.
Líbralos, Señor, de la oscuridad de la muerte
y haz que se alegren en tu Reino,
su verdadera patria,
donde no hay tristeza ni muerte,
donde todo es vida y alegría sin fin,
y contemplen tu rostro glorioso
por los siglos de los siglos.
Amén.
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