Dentro de la Familia Dominicana , gracias a su fecundidad y amplitud de acogida, hay diversos modos de vivir el carisma y la misión de la predicación, que se complementan entre si y, consecuentemente, acrecientan el vigor y riqueza de la misión común. Esta diversidad de opciones, nacidas en experiencia profunda del carisma dominicano, es nuestra gran riqueza porque estas diferencias de estilos de vida y de opción nos complementan mutuamente, enriquecen generosa y fraternalmente nuestras vidas y dan mayor expresividad, energía y credibilidad a nuestra misión común.
Descubrimos que somos familia en la sencilla celebración de nuestras fiestas, en la oración común, en la reflexión compartida y, finalmente, cuando salimos juntos a la misión. Comunión y misión son el nexo vital que nos une. Monjas y frailes, laicos y hermanas, varones y mujeres, recorremos los mismos caminos proclamando la misma Palabra con voces distintas. Cada uno de nosotros vivimos nuestro compromiso para la misión de maneras diversas, con votos, promesas o sin ellos; en el monasterio, en los conventos, en el seno familiar y en las diversas profesiones en el trajín del mundo. Pero, todos nos sentimos unidos fraternalmente en la misión y unánimemente reconocemos “como sucesor de Santo Domingo al Maestro de la Orden , quien es el principio y signo de unidad de la Familia Dominicana ” (Bolonia 146), y “el único que fuera del Capítulo General, garantiza y promueve la fidelidad al espíritu de Santo Domingo” (Documento de Bolonia sobre la Familia Dominicana , 3.2)."
(Actas del capítulo General de Providence, 2001. Números 408-410)
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