Estoy en deuda contigo,
cruz de los brazos abiertos,
merodeante de mis viñas
sembradas de sueños tiernos.
Y de tanto agradecerte,
se encuentra mi ser poseso
de unas ansias de morir
a pesar de estar ya muerto.
Muerto a golpes de cariño,
de caricias y de besos,
de misericordia y gracia,
de bálsamos y consuelo.
¡Cuánto has hecho por mi vida!
¡Cuán obligado me siento
a estar por siempre de hinojos
ante tus brazos abiertos!
Cruz de las siete palabras:
eres más que una señal
o algo que cuelga en el pecho.
Eres el gran compromiso
con la vida, que hace un muerto.
Estoy en deuda contigo,
cruz que recibes mi cuerpo.
Eres campo de batalla
Y eres a la vez el lecho
donde sueñan mis antojos
sus ansias de sueño eterno.
¡Clávame en ti con tus clavos!
¡Traspásame con el hierro
de adhesiones eternales,
cruz de los brazos abiertos!!
J. Alfonso Lockward
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