“En Escalaceli se
instauró el primer viacrucis del mundo, después del que recorrió en Jerusalem
el Redentor Divino. Y ahí están, para demostrarlo, sus capillas derruidas, por
toda aquella zona de la Sierra diseminadas. Era un viacrucis en germen nada
más. Pero de un germen, a veces bien pequeño, como el granito de mostaza,
suelen salir las cosas grandes.
Lo esencial es la idea. Y la idea es ir
marcando a nuestro alcance lugares que nos recuerden aquellos otros regados con
la sangre del Divino Redentor en su Pasión. Y esta idea fue San Alvaro el
primero que, a su vuelta de la Tierra Santa, la llevó a la práctica; y el
primero que con sus rodillas ensangrentadas –porque de rodillas hacía ciertos
trayectos- las recorría devotísimamente todas las noches. Poco importa que sean
muchas o pocas las estaciones. Porque ir añadiendo luego alguna más es bien fácil;
y hasta podríamos decir que se han ido añadiendo demasiadas, sin fundamento
serio algunas ni en la Tradición ni en el Evangelio.
Pero la idea ahí está,
repetimos. Y esa institución del viacrucis en Escalaceli quedó creada por el
enamorado de la Pasión de Cristo, San Álvaro de Córdoba”.
Fray Albino Menéndez, O.P.
-
Obispo de Córdoba –
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