La Cuaresma es, además, el gran símbolo de la liberación social.
La salvación que Dios ofrece en el camino de la vida es una liberación. Eso fue
la Pascua de Israel; hacia la liberación caminó Jesús y pasó de este mundo de
pecado al Padre, a un mundo ofrecido gratuitamente por Dios.
La Cuaresma no se vive autenticamente si no se hace además
revisión de la situación concreta en que vive la sociedad y sin tomar una
posición ante las estructuras de injusticia, opresión y pecado que rodean al
hombre y le van conformando poco a poco en una criatura envejecida y caduca.
La fiesta de la Pascua es el fin de la Cuaresma, como la
realización de la Promesa de Dios que esperamos y que será la culminación de
nuestra vida. Así, de modo pedagógico, la Iglesia revisa su existencia y
mantiene erguida la esperanza en un futuro, que se ha hecho presente en la
muerte y resurrección de su Señor Jesucristo.
(Del Misal Dominicano)
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