6ª.-
CONSUMMATUM EST: ACABADO ES". Jn
19, 28-30. Mc 14, 32-42
Levantaría entonces sus ojos honestísimos la Virgen a
ver si con esta palabra se acababa la vida del Hijo. ¿Cuál de estas cosas
deseáis, Virgen? ¿Deseáis, por ventura, que se acaben sus dolores? Si se acaban
su dolores, también se ha de acabar su vida. ¿Pues deseáis que se acabe la
vida? No es de madre tal deseo. Pues, ¿qué deseáis? Nueva manera de dolor es
ésta, pues no sabéis qué desear.
Pues, ¿qué sentiría el corazón de la Virgen cuando
levantara sus ojos a mirar la cara del Hijo y en la amarillez y mudanzas de
ella conociese la presencia de la muerte, que ya se acercaba? ¿Qué sentiría
cuando viese perderse el color del rostro, teñirse los labios de color de
muerte, afilarse las narices, oscurecerse la hermosura de sus ojos, inclinarse
la cabeza y levantarse el sagrado pecho? ¿Conocéis vos, Señora mía, esta
figura? ¿Conocéis cuya es esta tan enrojecida voz? ¿Cómo se ha descolorido el
rubí en que se miraban vuestros ojos? ¿Cómo se ha marchitado la flor de la
mañana? ¿Cómo es eclipsado el sol del mediodía?
¡Oh castísimos ojos, guardados para verdugos de este
día! ¿adónde miraréis que no sea con intolerable dolor? Si miráis a lo alto,
veis las insignias y los mensajeros de la muerte en la cara del Hijo. Si miráis
a lo bajo, veis la tierra toda arroyada y encharcada de su sangre. Pues, ¿adónde, Virgen, miraréis, cuando el
cielo y la tierra parece que han conjurado hoy contra vos? ¿Cómo pueden estos
piadosísimos ojos ver los hilos de la sangre viva correr a vuestros pies y no
morir?.
(Fr. Luis de Granada)
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