Justicia,
misericordia y juicio final
Dos cuestiones que se pregunta Santo Tomás son: En Dios ¿hay o no hay justicia? ¿hay o no hay misericordia?
Misericordia y justicia, lejos de oponerse, están hermanadas en Dios. La misericordia es como la raíz de la bondad divina, mientras que la justicia es una de sus ramas. “Es más propio de Dios compadecerse y perdonar que castigar, por su bondad divina”.
Tanto es así que si los justos sufren en este mundo terreno, por la justicia y la misericordia divina, tales sufrimientos suponen para ellos una limpieza de las “pequeñas manchas” que tuvieren y del corazón.
Para Santo Tomás, “si bien la vida temporal del hombre en sí mismo se termina con la muerte”, toda las actuaciones que el hombre ha llevado a cabo en esta vida están sometidas a la apreciación del juicio divino. Por ello es necesario que haya un juicio final en el último día en el que se juzgue perfecta y claramente sobre cada uno de los hombres.
Oración
Concédeme, Señor, un corazón:
vigilante, que ninguna curiosidad lo aparte de ti,
noble, que ninguna influencia indigna lo envilezca,
recto, que ninguna intención siniestra lo desvíe,
firme, que ninguna tribulación lo debilite,
libre, que ningún afecto violento lo reclame.
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