La Transfiguración
Santo Tomás realiza una exhaustiva explicación sobre la Transfiguración. Según él, después de anunciar su pasión, el Señor había inducido a sus discípulos por el mismo camino. Ahora bien, para que uno marche directamente por el camino, es necesario que, de algún modo, conozca el fin con anterioridad… Por eso dijo Tomás en Jn 14,5: Señor, no sabemos a dónde vas; y ¿cómo podemos saber el camino?... Cristo llegó a conseguir la gloria por medio de su pasión. Así dice el pasaje de Lucas 24, 26: Fue necesario que Cristo padeciese esto y que entrase así en su gloria. A ésta conduce también a los que siguen las huellas de su pasión. Y por esto fue conveniente que manifestase a sus discípulos la gloria de su claridad (que es lo mismo que transfigurarse). Para provocar en ellos – y, a través de ellos, a todos los hombres- el deseo de la misma. Y de este modo, como se dice en Filipenses 3, 21: Transformará nuestro cuerpo miserable, conformándolo a su cuerpo glorioso.
Pero, como continúa Santo Tomás, los hombres son conducidos a la gloria de la eterna bienaventuranza por Cristo, no sólo los que han existido después de Él, sino también los que le precedieron. Y por eso fue conveniente que se hallasen presentes, como testigos de los que le precedían, Moisés y Elías; y de los que le seguían, Pedro, Santiago y Juan.
Finalmente, Santo Tomás hace mención del testimonio de la voz del Padre, cuando dice: Este es mi Hijo amado, que es la misma manifestación que realizó cuando el Bautismo del Señor. Para Santo Tomás, como por el bautismo conseguimos la gracia, en la transfiguración se manifestó anticipadamente la claridad de la gloria futura; por eso, tanto en el bautismo como en la transfiguración fue conveniente que el testimonio del Padre diese a conocer la filiación natural de Cristo, porque sólo el Padre, junto con el Hijo y el Espíritu Santo, es perfecto conocedor de la generación perfecta.
Oración
Oh Dios todopoderoso, que todo lo
sabes.
Concédeme que jamás me apetezca lo
que se realiza neciamente,
y que sienta hastío de lo que se
realiza perezosamente,
que no me acaezca desear antes de
tiempo lo no comenzado,
ni abandonar lo iniciado antes de
haber concluido.
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