Modestia, humildad
En las Escrituras se cuenta la humildad entre las virtudes, porque dice el Salvador: “Aprended de mi, que soy manso y humilde de corazón”.
Como menciona Santo Tomás, los movimientos del apetito que se comportan como impulsos exigen una virtud que los modere y los frene. Y esa virtud que atempere y refrene el ánimo, para que no se aspire desmedidamente a las cosas excelsas, es la humildad.
También nos recuerda que la salvación humana consiste en que el hombre aspire a lo celestial y espiritual, y un obstáculo para conseguirla es el deseo de ser exaltado en lo terreno. Por esto, Cristo nos recomendó la humidad, virtud para eliminar dicho obstáculo y alcanzar la salvación.
Oración
¿Qué diré, Dios mío, de tu inefable
generosidad?
Pues tú llamas al que huye, y acoges
al que retorna,
ayudas al indeciso, alegras al
desanimado;
animas al negligente, armas al que
combate
y coronas al que triunfa.
No rechazas al pecador que ha hecho
penitencia
y no recuerdas más la injuria.
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