Miedo a la diferencia
Fr. Timothy Radcliffe en su reciente obra El borde del misterio, nos traslada una noticia sobre Naomi Klein, mujer judía, amén de laica y feminista; por su sencillez y por la luz que nos aporta, bienvenida sea esta noticia. Esta buena mujer defiende, contra viento y marea, que solo la religión puede aportar elementos y razones para que cambien las convicciones de las personas. Porque entiende que las personas de fe, al menos la mayoría de ellas, tienen un perfil misionero, que las hace creer en aquello que la mayoría rechaza como no seguro: que todos los humanos somos susceptibles de profundos cambios. Sin querer, nos está hablando esta mujer de la esencia de la conversión.
Cuando las sociedades occidentales hacen dejación de usar la razón (véase la frivolidad cultural reinante, la boca grande y la mano estrecha de los populismos de acá y acullá, los recelos terroristas, la amoralidad del mercado y el famoseo…) se descalifican para comprender al otro en nuestro modo pluralista de vivir. ¿Cómo nos relacionamos con los demás, otros en su cultura y pensar por definición? No lo sabemos, salvo que demos por buena la última moda, o el dictado del mercado o pensemos y hablemos de lo que los medios de comunicación se empeñan que lo hagamos.
Puede que, a pesar de Internet, nos hayamos tribalizado en exceso. Y no son tiempos para bajar los brazos y darnos por derrotados de antemano. Aún es posible creer en las personas en tanto capaces de cambio, creencia y esperanzas. De ellas depende el mundo nuevo.
Fr. Jesús Duque OP.