martes, 1 de agosto de 2023

Tras las huellas de Santo Domingo de Guzmán: Ingredientes del carisma dominicano (1)

 



El ESTUDIO

dentro del carisma dominicano

como “huella de Santo Domingo de Guzmán”


(Pinchar en el cuadro para oir en audio)



   “Y puesto que nos hacemos partícipes de la misión de los apóstoles, imitamos también su vida según el modo ideado por Santo Domingo, manteniéndonos unánimes en la vida común, fieles a la profesión de los consejos evangélicos, fervorosos en la celebración de la liturgia, principalmente de la eucaristía y del oficio divino, y en la oración, asiduos en el estudio, perseverantes en la observancia regular… Estos elementos, sólidamente trabados entre sí, equilibrados armoniosamente y fecundándose los unos a los otros, constituyen en su síntesis la vida propia de la Orden: una vida apostólica en sentido pleno, en la cual la predicación y la enseñanza deben emanar de la abundancia de la contemplación”… “Entre nosotros, estos elementos no pueden ser cambiados sustancialmente; y deben inspirar formas de vida y de predicación adaptadas a las necesidades de la Iglesia y de los hombres (Constitución Fundamental IV, VIII).

   Así es como describen las Constituciones a nuestra Orden dominicana, la vida de los frailes dominicos. Nos dicen que deben ser “asiduos en el estudio”. Así pues, el estudio es un elemento esencial en nuestra vida, que nunca puede faltar.

   Es claro que Santo Domingo quiso fundar una Orden de predicadores, que predicasen lo mismo que predicó Jesús, su evangelio, su buena noticia y, por lo tanto, que predicasen a Dios, a Jesucristo y su palabra, a los que nadie conoce por ciencia infusa. La vía normal para llegar a ellos y sus mensajes es el estudio. Fue lo que motivó a Santo Domingo, ya desde el principio, a enviar a sus frailes a las Universidades de entonces. “Encaminó a sus frailes hacia las escuelas y los envió a las ciudades mayores para que estudiaran, predicaran y fundaran conventos” (Constituciones 76).

   Bien sabemos los dominicos que por este estudio, fundamentalmente de la filosofía y la teología, los primeros beneficiados somos nosotros, pero tenemos claro que nuestro propósito va más allá, no queremos quedarnos en nosotros mismos, buscamos poner en bandeja a los que nos dirigimos el sublime conocimiento de Dios, de Jesús, de su evangelio… la mejor noticia que les podemos ofrecer para que vivan su vida con sentido y esperanza. “Por lo tanto nuestro estudio debe dirigirse principal, ardiente y diligentemente a esto: que podamos ser útiles a las almas de los prójimos”. (Constituciones 77). De ahí se desprende que nuestro estudio debe tener también en cuenta las diversas ciencias sociales para mejor conocer a los hombres a los que nos dirigimos y la sociedad en la que viven. Los frailes “busquen el diálogo con los sabios y abran su ánimo a los descubrimientos y problemas contemporáneos” (Constituciones 81).

   Nuestras Constituciones, para que todos estos buenos principios no queden solo en palabras, además de hablar de los centros de estudios de la Orden en las diversas provincias, detallan lo que en este terreno del estudio corresponde al Maestro de la Orden, a los provinciales, a los priores, a los lectores conventuales… Todo ello como una prueba más de la importancia que nuestra Orden da al estudio. Sabiendo además que nuestro estudio no termina con las etapas institucionales. Debe seguir toda la vida, como nos insisten todas nuestras leyes, a través de la formación permanente. “El objetivo fundamental de la formación permanente es la renovación y maduración de los frailes según las diversas “edades” de su vida, a fin de que sean siempre más aptos para anunciar la palabra de Dios a gentes, que están condicionadas por las circunstancias del mundo actual” (Constituciones 251-bis).


Fr. Manuel Santos, OP

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