San Álvaro: Ejemplo de fortaleza y
ternura.
Con la Misa celebrada en la Plaza de San Pedro, el 19 de Marzo de 2013, solemnidad de San José,
se inició el Ministerio petrino del Papa Francisco.
En la
homilía que dirigió a la multitud asistente y a todos los fieles católicos les
manifestó que “no debemos tener miedo de la bondad, de la ternura; que la ternura no
es la virtud de los débiles, sino más bien todo lo contrario: denota fortaleza
de ánimo y capacidad de atención, de compasión, de verdadera apertura al otro,
capacidad de amor”.
Y estas
palabras me han hecho recordar inmediatamente el episodio del pobre que es
recogido en el camino por San Álvaro y
llevado a hombros hasta el convento de Scala Coeli, siendo así que cuando llegó
a la puerta del convento y salieron sus hermanos a recibirlo, se dieron cuenta
que a quien San Álvaro traía a hombros era al mismo Cristo crucificado.
Aunque
separados por el tiempo, vemos que la enseñanza que nos presenta el Papa
Francisco en su homilía, no sólo son unas bellas palabras teóricas, sino que se
pueden llevar y se han llevado en diversas ocasiones a la práctica; siendo una
de esas ocasiones el ejemplo antes referido de San Alvaro.
En San
Alvaro se cumplen también las palabras
que el Papa Francisco dirigió a los Cardenales cuando los recibió en la
mañana del viernes 15 de Marzo, manifestándoles que “todos juntos,… pastores y fieles, nos esforzaremos por responder
fielmente a la misión de siempre: llevar a Jesucristo al hombre, y conducir al
hombre al encuentro con Jesucristo”. De todos es conocida la labor realizada por San Alvaro y
sus compañeros del convento de Scala Coeli. Partiendo de la oración litúrgica,
de la oración privada, del estudio y de la predicación, pronto San Alvaro convierte
Scala Coeli en una casa de espiritualidad y oración y en un “studium
conventuale”, con sus aulas, su cuadro de profesores y alumnos, con el fin de
dar cumplimiento a lo que tantas veces repetía Santo Domingo a sus
frailes: hablar a Dios de los hombres y
a los hombres de Dios.
San
Alvaro, con palabras de otro gran dominico, el padre Alvaro Huerga, hizo de Scala Coeli una laboriosa colmena de
oración y estudio; una “scala” que sube al cielo para empaparse de Dios y bajar
al mundo para predicar sus maravillas y partir su palabra.
(Extracto del artículo escrito por Antonio-Jesús Rodríguez
Hernández en la Revista Escala Romera. Abril 2013)