Fra Angelico: Predicación por la imagen
En su personal tratamiento de los temas y
protagonistas descuella su profunda religiosidad. La pertenencia a la Orden
Dominicana motivaron seguramente su iconografía. Los juicios críticos sobre su
obra apuntan en esta línea. Su aportación pictórica, a pesar de las
connotaciones con otros maestros, se define por su personalidad religiosa, por
su lirismo teológico transcendente, y por la carga espiritual que inyecta a sus
protagonistas. Su lenguaje plástico contiene un proceso de maduración asequible
al pueblo cristiano, pues todo lo narra con sencillez y trasparencia
evangélicas. Su producción artística, en los diversos períodos de su vida, está
marcada por esta dimensión didáctico-religiosa.
Sus composiciones sacras (cristológicas, mariológicas,
angélicas, santorales y dominicanas) destacan por una rigurosa técnica
artística, no exenta de anomalías típicas de los primitivos italianos, y por el
toque de gracia de la luz y luminosidad de sus figuras. Son escenas que
presentan una concepción unitaria, presidida por mesurado equilibrio en que los
santos que la interpretan no se exhiben sino que asisten calladamente, sin
pronunciar palabra que altere la serenidad del misterio del que todos son
partícipes (Coronación de la Virgen, en San Marcos, celda n. 9; Crucifixión, en
la Sala Capitular). A veces los santos comentan en silencio, o se miran con
serena piedad para no turbar el orden y ritmo de la escena (Coronación del
Louvre, Sagrada Conversación, Retablo de la SS. Trinidad, Descendimiento de la
Cruz, Retablo de Bosco al Fratt). Sus personajes no se agitan exteriormente;
están quietamente dominados por su calina interna; a lo sumo gesticulan con
mesura sus manos ante la tragedia que presencian. En los rostros de todos los
personajes se trasluce la paz interior de sus almas; y en la compostura externa
se les aprecia tranquilidad anímica, fruto espiritual de la posesión de la
«gratia Christi» en unos y de la «gloria Dei» en otros.
Dentro de este lirismo poético-religioso no caben
emociones dramáticas, expresiones amargas, estados emocionales perturbados,
estridencias psicológicas, exaltaciones desorbitadas, excitaciones pasionales:
lo que predomina es la bonanza espiritual originada por una intensa vida
interior.
(Fuente: Domingo ITURGAIZ, Beato Angélico. Patrono
espiritual de los artistas, en "Retablo de Artistas", Caleruega
1987)