Celebración de San Álvaro de
Córdoba en Santo Domingo de ScalaCoeli
Ayer domingo, 19 de Febrero, con
motivo de la festividad de San Álvaro de Córdoba, tuvo lugar en Santo Domingo
de Scala Coeli, una función religiosa a la que asistió un gran número de
cordobeses que abarrotaron la Iglesia, así como autoridades políticas y de
distintas instituciones académicas y sociales de Córdoba.
La bienvenida al acto corrió a cargo
del P. Mariano del Prado, O.P., el cual comenzó haciendo una descripción de San
Álvaro como “una persona honrada, que se
dio por entero a Dios y a los demás, que supo reparar las injusticias a los más
humildes y necesitados, coherente y, por encima de todo, humano”. Finalizó
su intervención invitando a los asistentes a pedir “todos y para todos que nos ayude a ser como él, que sepamos recobrar
muchos de esos valores hoy perdidos y que él vivió muy intensamente en este
lugar de Scala Coeli, y que, además, no se contentó sólo con vivirlo, sino que
supo comunicarlos a los demás, a los cordobeses”.
La Eucaristía fue presidida por el
superior del Convento de ScalaCoeli, fr. José Antonio Segovia, O.P., acompañado
de fr. Mariano del Prado, O.P. y fr. Jesús Duque, O.p., contando con la participación
en la parte musical del Real Centro Filarmónico “Eduardo Lucena”.
En su homilía, fr. José Antonio
destacó el hecho de que este año coincidía el día de San Álvaro con domingo, lo
que suponía como una fiesta mayor, en la que su cuidado, su protección y sus
favores lo serán para todo el año.
Haciendo mención al conocido milagro
de San Álvaro y el mendigo al hombro que se había convertido en Cristo
crucificado, y en relación con el Evangelio del día, el P. Segovia habló sobre
las “relaciones imperfectas”, las inacabadas y dolorosas, por las que más se
sufren. Las relaciones, el amor, también llevan su cruz, es un amor
crucificado. A todos nos gustaría que el amor siempre fuera glorioso, festivo,
alegre, sin problemas, pero la realidad es que nos es así, siempre hay
relaciones imperfectas. Cristo crucificado es el mejor ejemplo de esas
relaciones. Las relaciones son difíciles, pero no podemos vivir sin ellas.
Lo característico del cristiano es el
amor a los enemigos, sin recortes. Jesús nos lo propone, aún pareciéndonos como
algo imposible, excesivo, que no va con nosotros.
Si la razón no responde, si la
sensibilidad y el corazón tampoco, se lo preguntaremos a la fe y Jesús nos da
la respuesta: nos destruiríamos unos a otros, la sociedad sería imposible de
convivir. Parar tratarlas, para hacerlas frente, Jesús nos insufla una fuerza
especial con su Palabra y con su ejemplo. Nos pide que “civilicemos la
civilización del amor”. Y para ello nos ofrece unos recursos o gracias para
conseguirlo:
La primera es que nunca nos va a
faltar el amor de Dios. Él nos da su ejemplo, su confianza, su fuerza, su
cuidado que está por encima de lo que los demás no nos dan. Jesucristo ha
venido a dejarse crucificar en el sufrimiento que provocan las relaciones
humanas, a servirnos como ejemplo de esas relaciones imperfectas. Ahí
encontramos la fuerza de Dios. Su cuidado nos tendría que calmar lo que nos
provoca los demás, lo que nos hace sufrir.
Y el segundo de las recursos es la
oración por aquellos que nos hacen sufrir. En la oración por los enemigos
descubrimos cómo está también Dios en ellos. También son hijos de Dios y
hermanos nuestros, aunque algunas veces nos duela.
En este día de San Alvaro, debemos
pedirle la gracia de la reconciliación, la de las mejores relaciones, incluyendo
siquiera en perspectiva las de nuestros enemigos y los que nos hacen sufrir. Y
le pedimos que sea nuestro mediador, que sea nuestra fuente de dicha de unos
para otros.
A la conclusión de la Eucaristía, se
dio a besar las reliquias de San Álvaro, siendo procesionado por la plaza de la
Iglesia, finalizando los actos con un almuerzo de confraternidad, al que
acudieron un gran número de personas, entre las que se encontraban miembros de
la Fraternidad laical de Santo Domingo, los cuales asistieron en agradecimiento
a la invitación recibida por parte de la Hermandad del Cristo de San Alvaro.