lunes, 20 de febrero de 2017

Celebración de la festividad de San Álvaro de Córdoba en el convento de Santo Domingo de Scala Coeli




Celebración de San Álvaro de Córdoba en Santo Domingo de ScalaCoeli

Ayer domingo, 19 de Febrero, con motivo de la festividad de San Álvaro de Córdoba, tuvo lugar en Santo Domingo de Scala Coeli, una función religiosa a la que asistió un gran número de cordobeses que abarrotaron la Iglesia, así como autoridades políticas y de distintas instituciones académicas y sociales de Córdoba.


La bienvenida al acto corrió a cargo del P. Mariano del Prado, O.P., el cual comenzó haciendo una descripción de San Álvaro como “una persona honrada, que se dio por entero a Dios y a los demás, que supo reparar las injusticias a los más humildes y necesitados, coherente y, por encima de todo, humano”. Finalizó su intervención invitando a los asistentes a pedir “todos y para todos que nos ayude a ser como él, que sepamos recobrar muchos de esos valores hoy perdidos y que él vivió muy intensamente en este lugar de Scala Coeli, y que, además, no se contentó sólo con vivirlo, sino que supo comunicarlos a los demás, a los cordobeses”. 

La Eucaristía fue presidida por el superior del Convento de ScalaCoeli, fr. José Antonio Segovia, O.P., acompañado de fr. Mariano del Prado, O.P. y fr. Jesús Duque, O.p., contando con la participación en la parte musical del Real Centro Filarmónico “Eduardo Lucena”.

En su homilía, fr. José Antonio destacó el hecho de que este año coincidía el día de San Álvaro con domingo, lo que suponía como una fiesta mayor, en la que su cuidado, su protección y sus favores lo serán para todo el año.

Haciendo mención al conocido milagro de San Álvaro y el mendigo al hombro que se había convertido en Cristo crucificado, y en relación con el Evangelio del día, el P. Segovia habló sobre las “relaciones imperfectas”, las inacabadas y dolorosas, por las que más se sufren. Las relaciones, el amor, también llevan su cruz, es un amor crucificado. A todos nos gustaría que el amor siempre fuera glorioso, festivo, alegre, sin problemas, pero la realidad es que nos es así, siempre hay relaciones imperfectas. Cristo crucificado es el mejor ejemplo de esas relaciones. Las relaciones son difíciles, pero no podemos vivir sin ellas.




Lo característico del cristiano es el amor a los enemigos, sin recortes. Jesús nos lo propone, aún pareciéndonos como algo imposible, excesivo, que no va con nosotros.
Si la razón no responde, si la sensibilidad y el corazón tampoco, se lo preguntaremos a la fe y Jesús nos da la respuesta: nos destruiríamos unos a otros, la sociedad sería imposible de convivir. Parar tratarlas, para hacerlas frente, Jesús nos insufla una fuerza especial con su Palabra y con su ejemplo. Nos pide que “civilicemos la civilización del amor”. Y para ello nos ofrece unos recursos o gracias para conseguirlo:

La primera es que nunca nos va a faltar el amor de Dios. Él nos da su ejemplo, su confianza, su fuerza, su cuidado que está por encima de lo que los demás no nos dan. Jesucristo ha venido a dejarse crucificar en el sufrimiento que provocan las relaciones humanas, a servirnos como ejemplo de esas relaciones imperfectas. Ahí encontramos la fuerza de Dios. Su cuidado nos tendría que calmar lo que nos provoca los demás, lo que nos hace sufrir.
 
Y el segundo de las recursos es la oración por aquellos que nos hacen sufrir. En la oración por los enemigos descubrimos cómo está también Dios en ellos. También son hijos de Dios y hermanos nuestros, aunque algunas veces nos duela.
En este día de San Alvaro, debemos pedirle la gracia de la reconciliación, la de las mejores relaciones, incluyendo siquiera en perspectiva las de nuestros enemigos y los que nos hacen sufrir. Y le pedimos que sea nuestro mediador, que sea nuestra fuente de dicha de unos para otros.



A la conclusión de la Eucaristía, se dio a besar las reliquias de San Álvaro, siendo procesionado por la plaza de la Iglesia, finalizando los actos con un almuerzo de confraternidad, al que acudieron un gran número de personas, entre las que se encontraban miembros de la Fraternidad laical de Santo Domingo, los cuales asistieron en agradecimiento a la invitación recibida por parte de la Hermandad del Cristo de San Alvaro.