Santo Tomás de Aquino y la paz, su tratamiento en la Suma Teológica
Santo Tomás trata el tema de la Paz en la cuestión 29 de la
Secunda secundae (II-II) y el santo se formula estas preguntas:
La paz
implica, por esencia, unión de impulsos en el corazón del hombre. Teniendo
algunos impulsos satisfechos, no tiene paz en tanto desee otra cosa que no
puede tener a la vez. Esta unión de impulsos no es lo esencial en la concordia,
lo esencial en la concordia es la unión de voluntades. Por eso la concordia
conlleva la unión de tendencias afectivas de diferentes personas, mientras que
la paz además de esa unión, implica la
unión de tendencias internas en un mismo sujeto.
La paz implica unión de voluntades para
conseguir un mismo fin, lo cual no supone unidad entre los sujetos, y también
implica unión de voluntad en el hombre y no dispersión interior de valores y
fines. Si uno concuerda por temor no hay realmente paz sino coacción bajo la
amenaza de un mal inminente. No hay paz verdadera si uno concuerda con otro en
contra de sus preferencias personales. A la paz se oponen dos tipos de
disensiones, la del hombre consigo mismo y la del hombre con otro hombre, a la concordia
sólo se opone la segunda. Luego la paz no es lo mismo que la concordia.
Aquí el
Santo nos llama la atención sobre:
a) En la concordia, lo esencial es la unión de
voluntades para conseguir algo, es una unión de esfuerzos en pos de algo...
pero no dice nada acerca de la relación entre los sujetos; si existen
diferencias entre un hombre y otro ante la consecución de un fin determinado,
lo que se rompe no es la paz sino la concordia; estar de acuerdo con otro sobre
la base del temor en cualquiera de sus manifestaciones no es crear paz
verdadera. El temor nos hace serviles y, con frecuencia, nos inhabilita para la
crítica porque rompe la fuerza de nuestra libertad.
b) En la
paz, ciertamente debe darse la concordia, pero aquí el Santo acentúa el estado interior
del hombre, lo que favorece la verdadera paz es que el hombre se siente
interiormente equilibrado. Se colabora en la consecución de un mismo fin porque
ese fin se ha asumido como propio, como parte fundamental de la propia
realización, y no como estrategia para conseguir determinado prestigio o llegar
a determinados puestos de cierta relevancia. En lo primero, las discrepancias
son naturales e incluso necesarias porque suponen, analizadas y purificadas,
una mayor claridad y un mejor modo de poder acceder al fin perseguido, así lo
vemos en el mismo evangelio donde Dios da a cada persona talentos distintos, y
donde lo importante no es quejarse de lo que el otro tiene sino poner a
trabajar lo poco o lo mucho que el Señor
nos ha dado; en lo segundo, las discrepancias no se admiten porque se
consideran una dificultad que rompe el proyecto personal trazado sobre los
propios intereses, no siempre acordes con los fines de la totalidad. Es el
miedo que sentía Caifas ante Jesus, la predicación de Jesus sobre el Reino de
Dios podía provocar la intervención de los
romanos y eso supondría perder para él y para los suyos su puesto
de privilegio y su situación de poder,
seguro que Caifas pensaba que era necesario mantener la paz con los romanos,
pero ¿qué paz? Y ¿por que?.
·
¿Apetecen
la paz todas las cosas? ¿Tienden
hacia la paz todas las cosas?
La paz
consiste en la quietud y unión de apetito-tendencia y como puede darse
tendencia hacia el bien verdadero como hacia el bien aparente, puede darse
igualmente una paz verdadera y una paz aparente.
La paz
verdadera sólo puede darse en la tendencia hacia el bien verdadero, pues, todo
mal, aunque en su aspecto aparezca como bien, tiene muchos defectos y es fuente
de inquietud y turbación. Por eso, la paz verdadera sólo puede darse entre
bienes y entre buenos. Esto nos hace plantearnos el problema de las
apariencias, falsedades e hipocresías del hombre moderno, que disfraza sus
sentimientos y los envuelve en el manto del interés del momento. Por eso, la paz de los malos, de aquellos que
disfrazan sus intereses, es aparente y no verdadera.
La
verdadera paz tiende hacia el bien y como un verdadero bien puede obtenerse de
dos maneras: perfecta e imperfectamente, igualmente hay una doble paz
verdadera: la paz perfecta que consiste en el goce perfecto del sumo bien
(presencia de Dios) y que unifica y aquieta todos los apetitos .Este es el fin
último de la criatura racional. La paz imperfecta, se da donde la tendencia principal
del alma es Dios, sin embargo, hay obstáculos dentro y fuera de ella, cosas que
contradicen y perturban la paz. Todo tiende hacia la paz aunque se trata de un
camino lleno de dificultades.
Así pues,
según Santo Tomás tenemos una paz verdadera y una paz aparente, aquella tiende
hacia el bien, ésta provoca inquietud y turbación porque se sostiene sobre un
mal disfrazado de bien; y dentro de la paz verdadera, tiende hacia el bien,
puede darse una paz verdadera perfecta, cuando el hombre alcanza su plena
felicidad, que consiste en la contemplación de Dios; y también puede darse una
paz verdadera imperfecta cuando el hombre aun tendiendo hacia Dios, observa que
hay cosas que son obstáculos para la paz, es la paz del hombre peregrino hacia
Dios por el camino de la Historia. Todas las cosas tienden hacia la paz porque
son solidarias con el hombre cuyo fin y plena realización consiste en la paz
verdadera perfecta, toda la Creación-Naturaleza es solidaria del hombre.
Como
hemos visto mas arriba, la paz implica una doble unión: la ordenación de los
propios apetitos de uno mismo y la que se lleva a cabo por la concordia con el
otro. Pues bien, una y otra son producto de la caridad. La primera, Dios es
amado con todo el corazón de tal manera que todo lo referimos a El, y así todos
nuestros deseos convergen en un mismo fin. La segunda, amamos al prójimo como a
nosotros mismo, se cumple la voluntad del prójimo como la de uno mismo.
Según el Filósofo, en IX Ethic., la
amistad no comporta concordancia en opiniones, sino en los bienes útiles para
la vida, sobre todo en los más importantes, ya que disentir en cosas pequeñas
es como si no se disintiera. Esto explica el hecho de que, sin perder la
caridad, puedan disentir algunos en sus opiniones. Esto, por otra parte, no es
tampoco obstáculo para la paz, ya que las opiniones pertenecen al plano del
entendimiento, que precede al apetito, en el cual la paz establece la unión.
Del mismo modo, habiendo concordia en los bienes más importantes, no sufre
menoscabo la caridad por el disentimiento en cosas pequeñas. Esa disensión
procede de la diversidad de opiniones, ya que, mientras uno considera que la
materia que provoca la disensión es parte del bien en que concuerdan, cree el
otro que no. Según eso, la discusión en cosas pequeñas y en opiniones se opone,
ciertamente, a la paz perfecta que supone la verdad plenamente conocida y
satisfecho todo deseo; pero no se opone a la paz imperfecta, que es el lote en
esta vida.
La paz es indirectamente obra de la justicia en
cuanto elimina obstáculos. Pero es directamente obra de la caridad, porque la
caridad, por su propia razón específica, causa la paz.
Para Santo Tomas la paz es:
Un don
de Dios porque Jesucristo es un don
de Dios para la Humanidad, y quienes lo reciben tienen una visión nueva del
mundo y de la vida porque experimentan el perdón y el amor de Dios a la
Humanidad. Se trata de la paz verdadera
perfecta. La paz esta mas allá de las leyes y de los derechos, se instala en el
corazón de aquellos que no toleran los odios, desprecios, venganzas, ni
represalias…
La paz es también responsabilidad de los hombres. Es la colaboración del
hombre con Jesús, es el esfuerzo evangelizador de todos para que el Reino de
Dios sea una realidad en nuestro tiempo.
Se trata de la paz verdadera imperfecta. Para construir la paz es necesario amar
inseparablemente a Dios y a los hombres: “Si al presentar tu ofenda….
(Extracto de la Conferencia impartida en la Escuela de Magisterio de Córdoba por Fr. Benito Medina, O.P.)