Santo Tomás de Aquino, O.P. y la verdad
Santo Tomás buscó en la Biblia, en la Sagrada Escritura. Estaba convencido que Dios se ha adelantado a mostrar la verdad a los hombres y mujeres. De lo contrario, sólo llegarían a ella "pocos, después de mucho tiempo y con muchos errores (Suma Teológica). Buscó en todas partes y en todas la personas. Y encontró que el ser humano es cuerpo y alma a la vez, que está hecho de materia y de espíritu. El cuerpo no es malo; la materia, tampoco. Nada de dualismos.
Porque somos seres de carne y hueso, nuestro conocimiento comienza por los sentidos: el gusto, el tacto, el oído, el olfato, la vista. Pero los sentidos nos engañan con facilidad. Por eso hay que ser "razonables"., hay que usar la razón para distinguir lo que es realidad de lo que es pura apariencia.
Tomás contemplo este mundo extasiado. Y vio que todas las cosas eran buenas. Creyó y defendió la bondad de la creación. Y hasta llegó a decir que contemplando las maravillas de esta creación podemos encaminarnos hacia el conocimiento de Dios.
Tomás no habló de la diferencia entre el ser y el tener, como lo hacemos hoy. Eran otros tiempos. Pero sí habló de la imporantacia de ser. Y, como buen creyente, entiende que todos los seres, menos Dios, son seres creados, son creaturas. Que son buenos porque participan de la bondad de Dios. Para Tomás el ser humano es un agraciado. Ocupa un lugar privilegiado en el cosos; la inteligencia y el amor son su carta de presentación: su excelencia está en su capacidad de conocer y de amar.
Tomás estaba convencido que el ser humano está creado para la felicidad.
Llegar a Dios sumo Bien y suma Verdad, es lo que Tomás deseaba al final de sus días. Nada más. La Verdad con mayúscula. La había encontrado en Dios, porque mirando a Cristo Crucificado descubrió que en Dios está toda la Verdad y que en Él se reflejaban todas las pobres verdades de esta creación y de la humanidad.
(De "Tomás de Aquino: buscador de la verdad" . Felicísimo Martínez)
Porque somos seres de carne y hueso, nuestro conocimiento comienza por los sentidos: el gusto, el tacto, el oído, el olfato, la vista. Pero los sentidos nos engañan con facilidad. Por eso hay que ser "razonables"., hay que usar la razón para distinguir lo que es realidad de lo que es pura apariencia.
Tomás contemplo este mundo extasiado. Y vio que todas las cosas eran buenas. Creyó y defendió la bondad de la creación. Y hasta llegó a decir que contemplando las maravillas de esta creación podemos encaminarnos hacia el conocimiento de Dios.
Tomás no habló de la diferencia entre el ser y el tener, como lo hacemos hoy. Eran otros tiempos. Pero sí habló de la imporantacia de ser. Y, como buen creyente, entiende que todos los seres, menos Dios, son seres creados, son creaturas. Que son buenos porque participan de la bondad de Dios. Para Tomás el ser humano es un agraciado. Ocupa un lugar privilegiado en el cosos; la inteligencia y el amor son su carta de presentación: su excelencia está en su capacidad de conocer y de amar.
Tomás estaba convencido que el ser humano está creado para la felicidad.
Llegar a Dios sumo Bien y suma Verdad, es lo que Tomás deseaba al final de sus días. Nada más. La Verdad con mayúscula. La había encontrado en Dios, porque mirando a Cristo Crucificado descubrió que en Dios está toda la Verdad y que en Él se reflejaban todas las pobres verdades de esta creación y de la humanidad.
(De "Tomás de Aquino: buscador de la verdad" . Felicísimo Martínez)
