Dios no siempre responde a la manera
de un mago celestial, haciendo aparecer unas soluciones externas en cuestión de
instantes. La mayoría de las veces, Dios viene a nosotros de forma sigilosa e
imperceptible, respetando infinitamente los ritmos propios de nuestra existencia
humana. “Velad, porque no sabéis la hora ni el día en que vendrá vuestro Señor”
(Mt. 24,42).
Para Santo
Tomás de Aquino, la persona paciente es aquella que no huye del mal, sino que,
antes bien, no permite que el mal le aflija de forma desmesurada.
Timothy Radcliffe,
O.P.
“¿Qué sentido tiene ser cristiano?”
Ed. Desclée De Brouwer