domingo, 1 de enero de 2012

Navidad con Santo Tomás: "La Virgen María es Madre de Dios"

La Bienaventurada Virgen María es Madre de Dios.

Concebir y nacer se atribuye a la persona. Luego, como la persona divina en el principio mismo de la concepción tomó naturaleza humana, se sigue que puede decirse verdaderamente que Dios fue concebido y nació de la Virgen. Mas una mujer se llama madre de alguno por haberlo concebido y engendrado; por lo cual síguese que la Bienaventurada Virgen se llama en verdad Madre de Dios.
(3ª, q. XXXI, a. 4.)

San Ignacio mártir emplea un ejemplo hermosísimo. En la generación de los hombres la mujer se llama madre, aunque la mujer no da el alma racional, que procede de Dios, sino que suministra la substancia para la formación del cuerpo. Así, pues, la mujer se llama madre de todo el hombre, porque lo que de ella ha sido tomado se une al alma racional. Del mismo modo, habiendo sido tomada de la Bienaventurada Virgen la humanidad de Cristo, aquélla se llama no solamente madre del hombre, sino también de Dios, a causa de la unión (de la humanidad) a la divinidad; aun cuando de María no sea tomada la divinidad, como tampoco en los otros el alma racional es tomada de la madre.


Esto manifiesta la dignidad de María. Porque a ninguna criatura, ni hombre ni ángel, le ha sido concedido ser padre o madre de Dios. Fue privilegio de gracia singular, no solamente ser madre del hombre, sino también Madre de Dios, y por eso se dice en el Apocalipsis (12, 1): Una mujer cubierta del sol, como toda llena de la divinidad.
(In Matth., I)

III. La Madre de Dios posee cierta dignidad infinita. Así como en todo bien creado, por el hecho de ser finito, puede haber otro mejor, así también el bien increado, por el hecho de ser infinito, no puede tener otro mejor que él.

Por consiguiente, la bondad de una criatura puede considerarse de dos maneras: con respecto a lo que es en sí misma absolutamente, y en este sentido puede haber otra mejor, o con relación al bien increado, y en este caso, la dignidad de la criatura recibe algo de lo infinito, por razón de lo infinito con que se compara, como la naturaleza humana en cuanto está unida a Dios, la Bienaventurada Virgen en cuanto es Madre de Dios, y la gracia en cuanto une a Dios (I Dist. 44, q. I). Desde este punto de vista una cosa no puede ser hecha mejor, como nada puede ser mejor que Dios.

(1ª, q. XXV, a. 6)


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