Concebir y nacer se atribuye a la persona. Luego, como la persona divina en el principio mismo de la concepción tomó naturaleza humana, se sigue que puede decirse verdaderamente que Dios fue concebido y nació de
(3ª, q. XXXI, a. 4.)
San Ignacio mártir emplea un ejemplo hermosísimo. En la generación de los hombres la mujer se llama madre, aunque la mujer no da el alma racional, que procede de Dios, sino que suministra la substancia para la formación del cuerpo. Así, pues, la mujer se llama madre de todo el hombre, porque lo que de ella ha sido tomado se une al alma racional. Del mismo modo, habiendo sido tomada de
Esto manifiesta la dignidad de María. Porque a ninguna criatura, ni hombre ni ángel, le ha sido concedido ser padre o madre de Dios. Fue privilegio de gracia singular, no solamente ser madre del hombre, sino también Madre de Dios, y por eso se dice en el Apocalipsis (12, 1): Una mujer cubierta del sol, como toda llena de la divinidad.
(In Matth., I)
(In Matth., I)
III.
Por consiguiente, la bondad de una criatura puede considerarse de dos maneras: con respecto a lo que es en sí misma absolutamente, y en este sentido puede haber otra mejor, o con relación al bien increado, y en este caso, la dignidad de la criatura recibe algo de lo infinito, por razón de lo infinito con que se compara, como la naturaleza humana en cuanto está unida a Dios,
(1ª, q. XXV, a. 6)
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comparte con nosotros...