Las palabras de los Salmos 91 y 125 pueden descubrirnos algo del secreto de la confianza de Jesús en su Padre:
"A la entrada de la noche quiero bendecirte, Padre, por la seguridad de saberme amparado por tu amor y arrimado a tu sombra, por esta confianza que me habita y que me hace llamarte mi refugio y mi alcázar, mi escudo y mi armadura.
A tu lado me sé a salvo de las redes de quienes pretenden cazar mi vida como la de un pájaro y, con todos los pequeños y desamparados, me siento abrigado por tus plumas y protegido bajo tus alas.
No temo a las sombras de la noche, ni a la persecución de mis enemigos, ni a las amenazas que se me llegan desde el ámbito de las tinieblas.
Ocurra lo que ocurra, sé que la desgracia no se me acercará y por eso descanso tranquilo en tus manos, como si los ángeles me llevaran en sus palmas, sin dejarme tropezar con las piedras del camino.
No tengo miedo de defender a los humildes aunque eso signifique enfrentarme con las calumnias de los poderosos y el secreto de esta ausencia de temor está en que vivo apoyado sobre tu palabra que me asegura:
<<No temas, yo te pondré a salvo, te pondré en alto porque conoces mi nombre. Cuando me llames, te escucharé; estaré contigo en el peligro, te defenderé y te honraré; te saciaré de largos días y te haré gozar de mi salvación>>
Es esta confianza que me habita la que me hace sentirme firme como el monte Sión en Jerusalén. Porque a Jerusalén la rodean montañas, pero a mí y a tu pueblo nos rodeas tú, Padre, y esa seguridad disipa nuestros miedos y nos hace bendecirte desde que sale el sol hasta su ocaso todos los días de nuestra vida."
Del Libro “Contar a Jesús”, Dolores Aleixandre
son preciosos los comentarios de esta religiosa. GRACIAS
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