martes, 24 de enero de 2012

Contra la tibieza espiritual

El beato Enrique Seuze op en una carta a una hija espiritual nos advierte de la necesidad constante de luchar contra la tibieza en el camino de la vida espiritual.

“Hija mía, no hay nadie que a veces no caiga de algún modo en la tibieza; por esto es preciso trabajar seriamente para conseguir una renovación de sí mismo, como el fénix que se renueva en el fuego, como el ciervo y la astuta serpiente que acostumbran aquel a renovar sus cuernos, ésta su piel cuando se hace muy gruesa. La montaña es alta, el camino tortuoso, no basta un solo salto para llegar a la cumbre, muchos mayos tendrán que transcurrir aún. Aquel que retrocede ante la superioridad del ejercito enemigo y no vuelve a la carga luego con valor, es un cobarde caballero. No os asustéis, pues la lucha es propia de buenos en esta tierra miserable. ¿Queréis saber cómo debe operarse esta renovación? Os lo voy a decir.

Conozco un fraile predicador, que había pasado por olas muy fuertes, y creía haber perdido toda seriedad y toda piedad; entró dentro de sí mismo y dijo: "oh Dios mío, ¿qué me sucedió?, he caído sin darme cuenta. Vamos ánimo, y pongámonos a trabajar para adquirir un nuevo bien, puesto que se perdió el antiguo".


Empezó a mortificase, a castigar su cuerpo, a alejarse del mundo, a trabajar seriamente, a guardarse de sí mismo; habiendo hallado nuevas oraciones, trabajó noche y día hasta que hubo reconquistado el antiguo fervor en una vida del todo divina, y de nuevo se vio inflamado de una piedad sincera. Si desfallecía, volvía a empezar de nuevo. Y esto le sucedió un número indecible de veces.

Ved; hija mía; la Sabiduría eterna os lo enseña por la boca de San Bernardo que dice: El punto que distingue a los elegidos de los réprobos, es que los réprobos no se levantan, mientras que los elegidos se levantan sin cesar. Pues nadie puede permanecer inmóvil aquí abajo.”


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comparte con nosotros...